Un testigo presencial reveló detalles sobre los momentos críticos que vivió Reina Sabas, de 39 años, quien falleció el pasado 20 de mayo dentro del gimnasio Smart Fit ubicado en Plaza Tlatelolco, alcaldía Cuauhtémoc.
Según el relato de Orlando Bárcena, la movilización del cuerpo ocurrió luego de que los paramédicos solicitaran moverla a un lugar más accesible para brindar atención “más fácil”.
Crónica de una muerte en el Smart Fit
El testigo contó que estuvo presente desde el momento en que Reina se desvaneció mientras entrenaba piernas, hasta que su cuerpo fue retirado por las autoridades.
Explicó que el “gym partner” de la víctima avisó de inmediato a los entrenadores, quienes la sacaron de la máquina y la recostaron en el suelo para intentar auxiliarla.
Al notar que Reina estaba inconsciente, sin respiración ni pulso, los entrenadores llamaron al 911 y comenzaron maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP).
Sin embargo, el testigo detalló que aunque algunos entrenadores afirmaron haber recibido una certificación básica, la reanimación no fue la adecuada debido a la falta de experiencia y de herramientas esenciales como un desfibrilador y equipo de oxígeno.
“El problema no fue la voluntad de los entrenadores, sino la falta de capacitación y la ausencia de equipo básico en el gimnasio”, explicó el testigo, quien también intentó orientar las maniobras de RCP según protocolos recomendados, pero se encontró con la resistencia de los entrenadores, quienes dijeron actuar conforme a un protocolo interno.
El testigo señaló que los entrenadores detuvieron las compresiones al interpretar erróneamente una respiración agónica como mejoría, lo que provocó que Reina volviera a perder el pulso.
A pesar de insistir en continuar con las respiraciones boca a boca, el personal se negó por temor a infringir normas.
Ambulancia no llegó a tiempo al Smart Fit
La ambulancia tardó entre 15 y 20 minutos en llegar, y al solicitar el acceso, los paramédicos pidieron que movieran a Reina a un lugar más cercano a la vía pública para agilizar la atención.
Fue entonces cuando el cuerpo fue bajado por el personal, aunque el testigo reconoce que la movilización no era lo ideal, pero la urgencia obligó a tomar esa decisión.
Finalmente, el testigo defendió la intención de los entrenadores, aunque responsabilizó a la cadena de gimnasios por no contar con el personal ni los recursos necesarios para emergencias médicas.