La desaparición de Jonathan Estrada, un joven de 21 años originario del municipio de Berriozábal, ocurrida en junio de 2023, dejó al descubierto una serie de irregularidades, abusos y negligencias por parte de la Fiscalía General de Justicia de Chiapas. A casi dos años de su desaparición, la familia ha vivido una auténtica pesadilla institucional.
De acuerdo con un reportaje de Fuerza Informativa Azteca y testimonios de sus familiares, cuando Jonathan desapareció, acudieron de inmediato a la fiscalía para solicitar ayuda en la búsqueda.
Sin embargo, en lugar de una respuesta profesional y empática, recibieron una petición insólita: 30 tamales como “condición” para iniciar la investigación. “Si quieres que te ayude a encontrar a tu hermano, necesito que me traigas 30 tamales a cambio”, le dijeron a la hermana del joven, Magdalena. La indicación fue precisa: 15 de mole y 15 de chipilín.
La indignación de la familia creció cuando, tras entregar los tamales, también les pidieron dinero para gasolina. Sólo traían 200 pesos, y les dijeron que con eso ni para el arranque de la patrulla. En lugar de realizar su trabajo, los funcionarios los enviaron a buscar por su cuenta en hospitales, albergues y el Servicio Médico Forense.
Amigo encontró restos y fiscalía asumió que era Jonathan
Un mes después de su desaparición, fue un amigo de la familia quien encontró restos humanos en un barranco. La fiscalía afirmó que se trataba de Jonathan, pero la familia ha tenido serias dudas desde el inicio. Aunque se realizaron pruebas genéticas, el único reconocimiento visual ofrecido fue el de un par de tenis. La ropa, según la familia, no correspondía a la complexión del joven, ya que era notablemente más grande.
Durante dos años, la familia ha vivido entre la incertidumbre y el dolor, sin respuestas claras. Finalmente, el cuerpo, presuntamente de Jonathan, fue sepultado apenas la semana pasada. La familia no ha presentado más denuncias, sólo desean vivir su duelo.