Los recientes diálogos de la UE con Cuba suscitan la duda de hasta qué punto el bloque apoya al régimen cubano con este canal de comunicación y con su financiación.Numerosas críticas han cosechado los recientes diálogos entre Bruselas y La Habana en el marco del Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación (ADPC) entre la UE y Cuba. La más reciente proviene de la congresista estadounidense María Elvira Salazar. "Cada euro enviado a La Habana financia la represión", escribió la política republicana en X.
Por su parte, diversas organizaciones consideran fracasado el ADPC, porque creen que legitima internacionalmente al régimen cubano, mientras deja fuera del diálogo a actores independientes y la situación en la isla se deteriora cada vez más.
Dos enfoques
La política de la UE hacia Cuba es muy diferente a la que durante décadas lleva manteniendo Estados Unidos. Tras años de una "posición común" que condicionaba las relaciones de la UE con Cuba a avances en materia de derechos humanos y democracia, llegó la firma del ADPC en 2016. Actualmente, la UE es el principal socio económico de la isla, por delante de aliados estratégicos e ideológicos como Rusia y China.
¿Sigue siendo el ADPC un mecanismo válido de relación con un régimen cada vez más carente de legitimidad en la propia isla?
"Siempre he sido partidaria de dejar un canal de diálogo abierto, pero han pasado 8 años desde que entró en vigor y el Gobierno cubano no ha cumplido ninguno de los puntos. Es más, la situación en Cuba ha empeorado. El acuerdo es, de momento inoperante, a menos que se exija al Gobierno cubano su cumplimiento, y se impongan sanciones en caso de no hacerlo", dice a DW Elena Larrinaga de Luis, secretaria de Relaciones Internacionales del Consejo para la Transición Democrática de Cuba.
La cuestión es cuán eficaces son los dos enfoques hacia el país caribeño. "Las opciones son tener presencia e influencia en la isla, proyectos e interlocutores, como es el caso de la UE, o aprobar sanciones unilaterales, que serán muy bonitas para el lobby interno cubanoamericano de EE. UU. pero que no sirven para nada, solo para crear la imagen de un enemigo externo, que justifica el cierre de filas y la no apertura democrática", comenta a DW Susanne Gratius, profesora de Ciencia Política y Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid.
"Entre las dos políticas, me inclinaría más por el enfoque de la UE, aunque habría que trabajar más en actores de la sociedad civil", resume.
Interlocución con la sociedad civil
En este último punto incide también Gabriel Salvia, director general del centro de pensamiento CADAL. "El diálogo que tiene la UE con Cuba excluye a la sociedad civil independiente. La UE tiene una directriz que supone un compromiso con la sociedad civil, con un apartado que alude a contextos como el de Cuba, y nunca la ha cumplido", dice.
"Tampoco se ha pronunciado cuando se modificó la Constitución en 2019, dando rango constitucional al partido único, lo cual anula cualquier tipo de diálogo. No se puede dialogar con un Gobierno que no acepta el diálogo con sus conciudadanos", subraya Salvia.
El problema es que la oposición cubana está débil y fragmentada, la mayoría vive en el exilio. "En Cuba es muy difícil tener interlocución con disidentes y opositores, porque casi todos viven fuera del país. También sucede con la academia, con la inteligencia. ¿Con quién vas a dialogar allí que pueda ofrecer alguna alternativa al Gobierno?", se pregunta, por su parte, Susanne Gratius.
"Lo más interesante ahora es la movilización de los estudiantes por la subida de las tarifas de ETECSA para acceder a Internet. A través de Internet estudian y tienen acceso al mundo. Está más que justificada y el Gobierno responde por la vía de la represión", prosigue Gratius.
El destino del dinero de la UE
La UE financia distintos proyectos en Cuba que persiguen distintos objetivos enmarcados en la Agenda 2030. Según la página web oficial de la Delegación de la UE en Cuba, en la actualidad hay en curso unos 80 proyectos por valor de 155 millones de euros, "en los que se priorizan los sectores de agricultura sostenible y seguridad alimentaria, energía renovable y cambio climático, y modernización de la economía".
¿Puede decirse que este apoyo implica financiar al régimen cubano? "No es una ayuda muy significativa", dice al respecto Susanne Gratius.
Una opinión muy distinta tiene Laritza Diversent, directora ejecutiva de la organización Cubalex. "Aunque los fondos europeos se dirigen a sectores como salud y educación, en ausencia de transparencia y participación ciudadana real, estos recursos pueden terminar sosteniendo un sistema que niega libertades fundamentales", opina Diversent.
"El uso de estos fondos carece de auditoría independiente y puede desviarse hacia fines ajenos al desarrollo humano", advierte la experta de Cubalex. Para ella, "la cooperación europea en Cuba debe incorporar mecanismos más transparentes y participativos, que escuchen a organizaciones no reconocidas por el Estado y que evalúen el impacto real de sus fondos".
(rml)