Estados Unidos confirmó haber llevado a cabo un ataque militar contra tres instalaciones nucleares clave en Irán: Fordow, Natanz e Isfahán. El presidente Donald Trump anunció la operación a través de su plataforma Truth Social, declarando que “hemos completado nuestro exitoso ataque a las tres instalaciones nucleares de Irán, incluyendo Fordow, Natanz e Isfahán”.
Según el mandatario, se lanzó “una carga completa de bombas sobre la instalación principal, Fordow”, y todos los aviones involucrados han abandonado el espacio aéreo iraní, regresando “sanos y salvos a casa”.
Trump también expresó su orgullo por las fuerzas estadounidenses, afirmando: “¡Felicitaciones a nuestros grandes guerreros estadounidenses! Ningún otro ejército en el mundo podría haber hecho esto. ¡Ahora es la hora de la paz!”.
Esta decisión marca un punto de inflexión en las tensiones en Oriente Medio, donde Israel ha realizado ataques contra Irán durante más de una semana, enfocándose en debilitar su programa nuclear y defensas aéreas.
¿Cómo se dio la intervensión estadounidense?
El bombardeo estadounidense se produce tras una reunión clave del gabinete de seguridad de Trump en la Casa Blanca, donde se evaluó la posibilidad de unirse a la campaña israelí. Fuentes sugieren que la operación utilizó bombarderos B-2, capaces de llevar bombas “bunker buster” de 30 mil libras, diseñadas para penetrar instalaciones subterráneas fortificadas como Fordow, ubicada dentro de una montaña.
La intervención directa de Estados Unidos, que rompe con décadas de reticencia a atacar instalaciones iraníes desde la revolución de 1979, ha generado reacciones mixtas. Mientras algunos celebran el golpe al programa nuclear iraní, otros advierten sobre posibles represalias de Teherán, que ha prometido “daño irreparable” ante cualquier agresión. El líder supremo iraní, Ali Jamenei, y el presidente Masoud Pezeshkian han reiterado que Irán no detendrá su programa nuclear bajo presión.
¿Cuál era la postura estadounidense previo a este ataque?
Cabe recordar que estas tensiones se intensificaron a partir del 13 de junio, cuando Israel lanzó ataques contra varias instalaciones nucleares iraníes, hecho que fue confirmado por fuentes israelíes. En ese momento, la administración estadounidense, encabezada por el presidente Donald Trump, negó toda participación directa y reiteró que su enfoque seguía siendo diplomático, aunque con firmes advertencias hacia Irán.
Durante los días siguientes, Trump declaró públicamente que tomaría una decisión sobre una posible intervención militar en un plazo de dos semanas, generando especulaciones sobre un inminente cambio de postura. Sin embargo, hasta este nuevo reporte, no había pruebas concluyentes de una acción militar estadounidense directa.
