Ahora que Estados Unidos también atacó a Irán, se especula aún más con la caída de los gobernantes de Teherán. Sin embargo, también ha habido “cambios de régimen” en otros países, a veces con resultados desastrosos.Benjamin Netanyahu ha sido hasta ahora el más tajante: "Por supuesto” que la operación de Israel "podría acabar en un cambio de régimen” porque el Gobierno de Teherán es "muy débil”, explicó el primer ministro israelí en una entrevista con Fox News. Mientras que el presidente estadounidense, Donald Trump, envió señales contradictorias sobre el mismo tema: "Sabemos exactamente dónde se esconde el llamado Líder Supremo”, anunció en su red Truth Social. "Es un blanco fácil, pero está a salvo allí: no vamos a eliminarlo (¡matarlo!), al menos no por ahora”.
El domingo en la madrugada, Estados Unidos lanzó ataques contra las tres principales centrales nucleares de Irán, y Trump amenazó con nuevos bombardeos si Teherán no volvía a la mesa de negociaciones.
Cuanto más se prolongue el conflicto entre Israel e Irán, mayor podría ser la tentación en Israel y Estados Unidos de deshacerse no sólo del programa nuclear iraní, sino también de la teocracia islámica.
Cambios de régimen con devastadoras consecuencias
"Que un cambio de régimen de este tipo pueda llevarse a cabo desde el exterior con sólo pulsar un botón es muy dudoso", advierte Eckart Wörtz, director del Instituto GIGA de Estudios sobre Oriente Medio, con sede en Hamburgo, "y que vaya en la dirección deseada, en caso de que se haga, es otra cuestión totalmente distinta". Por ejemplo, la Guardia Revolucionaria podría llegar al poder y volverse aún más agresiva de lo que ya es, o el país podría prácticamente desintegrarse, de forma similar a Irak tras la invasión estadounidense en 2003 o a Libia tras los ataques de la OTAN allí en 2011, con consecuencias imprevisibles para la región.
En general, los "cambios de régimen" desde el exterior son un concepto muy controvertido. Según el derecho internacional, constituyen una clara violación de la soberanía del Estado en cuestión. Además, a menudo no están legitimados democráticamente; suelen provocar un vacío de poder o una fase de violencia e inestabilidad. Los gobiernos recién instalados suelen ser incapaces de resolver los problemas del país, lo que da lugar a nuevas crisis y conflictos.
En la historia reciente de Oriente Medio ha habido varios intentos de provocar un cambio de gobierno desde el exterior; las consecuencias de estas intervenciones pueden sentirse hasta hoy en día.
Afganistán
Tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, la OTAN invocó por primera vez el artículo 5, que garantiza una respuesta del bloque en su conjunto ante el ataque a un miembro. Una alianza militar occidental liderada por Estados Unidos quería derrocar al régimen islamista talibán y luchar contra la organización terrorista Al Qaeda.
Se lograron algunos éxitos y los talibanes fueron expulsados de Kabul a finales de 2001. Posteriormente, la alianza intentó establecer estructuras democráticas y de hecho logró mejoras, por ejemplo, en los derechos de las mujeres y las minorías, así como en la educación y la salud. Sin embargo, los actores implicados discrepaban en muchas cuestiones, tampoco había un plan sobre cómo tener en cuenta adecuadamente las estructuras tradicionales del país durante la reconstrucción.
Así, la situación de seguridad siguió siendo extremadamente precaria durante 20 años. El país se vio repetidamente sacudido por atentados y los talibanes lanzaron una y otra vez contraofensivas. Alrededor de 3.600 soldados occidentales y casi 50.000 civiles afganos murieron entre 2001 y 2021, y el coste total de la misión en Afganistán ascendió a casi un billón de dólares estadounidenses.
Tras la caótica retirada de Estados Unidos y sus aliados en el verano de 2021, los talibanes volvieron al poder, y casi todos los avances de los últimos 20 años se han revertido. Siguen produciéndose violaciones de los derechos humanos, el país está aislado y es desesperadamente pobre, con unos 23 millones de personas que dependen de la ayuda humanitaria.
Irak
Estados Unidos armó en su momento al dictador iraquí Sadam Husein, pero en 2003 decidió derrocarlo. La razón que adujeron fue que Husein apoyaba a Al Qaeda y poseía armas de destrucción masiva, afirmaciones que desde entonces han sido desmentidas. "Sadam Husein fue derrocado no porque tuviera armas de destrucción masiva, sino porque no las tenía", afirma Wörtz.
Tras la caída de Husein, los estadounidenses establecieron un gobierno de transición, que posteriormente fue duramente criticado por su mala gestión y su desconocimiento del país. Las hostilidades existentes entre los distintos grupos sectarios condujeron a unas condiciones similares a las de una guerra civil. Musulmanes suníes mataban a musulmanes chiíes y viceversa. Mientras tanto, soldados iraquíes destituidos empezaron a luchar contra las tropas estadounidenses.
Años más tarde, en 2014, la organización terrorista Estado Islámico (EI) adquirió un enorme poder en partes de Irak y creó su propia entidad similar a un Estado durante varios años.
Más de 20 años después de la invasión estadounidense y del intento de cambio de régimen, la situación en Irak es mejor. La violencia ha disminuido y las próximas elecciones parlamentarias se celebrarán en noviembre. Sin embargo, dos décadas después, Irak sigue siendo un país en transición.
Libia
Libia también sigue sufriendo las consecuencias de un intento de cambio forzado de régimen que vino desde dentro y fue flanqueado desde fuera. La guerra civil comenzó en 2011 tras la Primavera Árabe, con protestas contra el régimen del dictador Muamar el Gadafi. Este intentó sofocar las revueltas con un derramamiento de sangre. La OTAN intervino militarmente imponiendo una zona de exclusión aérea para proteger a la población civil que protestaba. El régimen sólo pudo resistir unos meses. Gadafi fue asesinado el 20 de octubre de 2011.
Sin embargo, nunca se estableció un gobierno aceptado en todo el país; en su lugar, se sucedieron años de luchas y conflictos entre milicias rivales que continúan hasta hoy. El Estado está prácticamente desintegrado, con dos gobiernos diferentes que luchan por el control desde marzo de 2022.
Pocas posibilidades de cambio de régimen en Irán
Hay, por tanto, muchos ejemplos en la historia reciente. Pero Eckart Wörtz ve otro problema en el caso de Irán: en última instancia, alguien sobre el terreno tendría que utilizar la violencia para forzar un cambio de gobierno. "No veo un movimiento rebelde masivamente fuerte dentro de Irán que pueda derrocar al régimen actual", afirma el experto.
Wörtz explica que "se necesita una transición en la que la población local se agrupe detrás de alguien. Pero el cambio de régimen nunca se ha producido sólo con bombardeos aéreos, y no creo que Irán vaya a ser una excepción ahora".
(mn/dzc)