El acuerdo de asociación más grande del mundo estaría a punto de ocurrir, pero aún tiene obstáculos que superar. DW enfoca el costo de que finalmente no se apruebe."En el caso de no firmar el acuerdo con el Mercosur, uno de los costos para la Unión Europea (UE) sería perder su credibilidad como actor global", dice a DW Mario Torres Jarrín, director del Instituto de Estudios Europeos y Derechos Humanos de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA). "Muchas veces analizamos el costo/beneficio de firmar los acuerdos, pero no analizamos el costo/beneficio de no hacerlo", añade.
A pocos días de que el texto definitivo del esperado acuerdo salga de la Comisión Europea hacia el Consejo Europeo -los 27 jefes de Estado y gobierno de la UE-, se multiplican los análisis y debates sobre los pro y los contra de este tratado entre dos grandes bloques, el cual lograría un gran mercado común de 770 millones de consumidores, y según estimaciones, representaría 25% del PIB mundial.
Mercosur-UE, un acuerdo con solera
El acuerdo, logrado en principio en 2019, fue firmado por la Comisión Europea y por los jefes de Estado de los cuatro países suramericanos en diciembre de 2024. El texto renegociado estaría listo a finales junio de 2025. Se presentaría, entonces, al primer de los últimos escollos: la reticencia de algunos países europeos. De pasarlo, el segundo de sus desafíos estará en el Parlamento Europeo, donde aún persisten dudas en determinados sectores del espectro político.
El impacto para los agricultores y ganaderos europeos, la divergencia de estándares de producción y el impacto medioambiental siguen estando entre los argumentos europeos en contra de este acuerdo que se ha hecho esperar 25 años. A juzgar por las declaraciones de los socios suramericanos, las reticencias no se encuentran en América.
El costo de perder el futuro
"No aprobar ese acuerdo tendría un segundo gran costo: perder a Brasil como socio. En la cumbre del G-20 quedó claro que hay una clara tendencia hacia los Brics y hacia su voluntad de una reconfiguración del orden mundial, en el cual Occidente, por ejemplo, no podría seguir imponiendo sanciones unilaterales”, observa el profesor de la UPSA, al recordar que apenas 16% del planeta conforma "Occidente". Además, "en la región, muchos países siguen lo que hace Brasil", advierte.
En cualquier caso, en el momento geopolítico actual, queda claro que Europa requiere renovar sus alianzas. Anna Cavazzini, presidenta de la Comisión de Mercado Interior de la UE, dijo a DW que geopolíticamente el acuerdo es importante, pero su contenido no es convincente. Más allá del efecto que pueda tener en los pequeños productores de ambos lados del océano, para esta eurodiputada de Los Verdes, el impacto ambiental que el incremento del agronegocio tendrá en la Amazonia (por las nuevas cuotas de soja, por ejemplo) es un motivo para votar en contra.
Según Cavazzini, eurodiputada por Alemania, actualmente ya existen muchos canales de cooperación, con visiones compartidas, con Brasil (en e-commerce y ciberseguridad, por ejemplo) que pueden ser intensificados sin necesidad de ese acuerdo.
Cabe recordar que se prevé que 70% de los aranceles se elimine al entrar en vigor el acuerdo y luego irían cayendo paulatinamente (año 5, año 11, año 16). "Hasta que el acuerdo impacte verdaderamente los mercados van a pasar entre 10 y 15 años. Hasta eso, Mercosur será otro y Europa será otra. Estos países avanzan muy rápido. Han mirado hacia Asia y están logrando acuerdos que Europa no tiene", señala Torres Jarrín. Y recuerda que Brasil comparte un grupo con China y tiene relaciones con Estados Unidos.
Relación con los "otros"
"En Europa no podemos decir lo mismo. Nuestra relación con nuestro principal aliado está casi en suspenso y con China no sabemos qué hacer. Si queremos sentarnos a la mesa con China debemos cambiar en nuestros documentos el término 'rival sistémico'. Porque ¿cómo negocias con alguien si consideras que es un rival?", cuestiona Torres Jarrín, miembro del grupo de trabajo Hacia un Multilateralismo Reformado: Transformación de las Instituciones y Marcos Globales, del G-20.
Que la UE y el Mercosur sean dos bloques que defienden el multilateralismo -el sistema internacional de normas surgido después de la Segunda Guerra Mundial- es otro de los argumentos que los escuderos de este acuerdo esgrimen para convencer de sus bondades.
Sin embargo, aunque fuese verdad que los países del Mercosur se adscriban tanto como Europa a los valores de democracia, de derechos humanos, al respeto a los organismos de la ONU, "otros actores presentes e interesados en América Latina hablan de la existencia de varios tipos de democracia, y decisivo no es lo que Europa piense, sino que los socios latinoamericanos pueden comprar esa idea de que 'otra democracia es posible', y ahí habremos perdido", afirma Torres Jarrín.
En esta situación, el catedrático de la UPSA aboga por una firma de un acuerdo que acercaría a ambos bloques, con una visión a futuro. ¿Cuál? Ciberespacio, su gobernanza, la integración de una América Latina para la cual falta infraestructura. "La inversión en infraestructura, algo que ofrecen todos los interesados en América Latina, más la creación de empresas comunes (que los otros no ofrecen) sería el camino para convencer a los reticentes. El costo del no acuerdo sería perder un gran aliado, pues Brasil, que está ahora muy dispuesto, pesa mucho en la relación con Mercosur", concluye.
(rr)