Cinco de los seis países que tienen frontera con Rusia y Bielorrusia planean asegurar su territorio con minas antipersona, con el fin de proteger el flanco oriental de la OTAN. Sin embargo, la idea tiene detractores.Desde el comienzo de la agresión rusa a gran escala contra Ucrania en febrero de 2022, prácticamente ningún problema ha sido más acuciante para la OTAN que la defensa de sus fronteras orientales. En los últimos tres años, cinco de los seis países de la alianza que comparten frontera con Rusia y Bielorrusia (Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Polonia) han realizado inversiones para mejorar la seguridad de sus fronteras, por ejemplo con vallas y sistemas de vigilancia.
Pero ahora podrían entrar en escena las minas terrestres. Esos cinco países anunciaron que se retirarían de la Convención de Ottawa, el tratado de 1997 que prohíbe las minas antipersona en todo el mundo, incluido su uso, producción y transferencia. Solo Noruega, que comparte 200 kilómetros de frontera con Rusia, desea seguir adherida al acuerdo.
Estas minas son muy controversiales, porque representan un peligro tanto para los soldados como para los civiles. Las minas sin recoger siguen siendo una amenaza a largo plazo tras el fin de una guerra. En 2023, casi 6.000 personas murieron o resultaron heridas en todo el mundo por culpa de estos explosivos. Cerca del 80 por ciento de las víctimas eran civiles, incluidos muchos niños.
Según la organización no gubernamental Handicap International, 58 países siguen teniendo minas en sus territorios, incluso cuando los conflictos relacionados con la instalación de estos explosivos terminaron hace décadas.
A partir de finales de 2025, estos cinco países de la OTAN podrían reiniciar la producción y almacenamiento de minas cerca de la frontera. En caso de emergencia, esas minas se desplegarían rápidamente.
Si bien 164 países del mundo han firmado la Convención de Ottawa, 33 aún no lo hacen. Además de las grandes potencias Estados Unidos y China, también Rusia se encuentra en el grupo que no ha signado el documento. De hecho, Moscú posee por lejos el mayor arsenal mundial de minas antipersona, estimado en unas 26 millones de unidades. Muchas de estas se han usado en Ucrania.
La nueva "cortina de hierro"
Desde la Laponia finlandesa, en el norte, hasta la provincia polaca de Lublin, en el sur, la frontera entre los cinco estados de la OTAN y Rusia y Bielorrusia tiene alrededor de 3.500 kilómetros de extensión. La mayor parte de estos territorios están escasamente poblados y densamente forestados, lo que dificulta su vigilancia.
Sin embargo, existe una gran preocupación por un posible ataque ruso contra la OTAN. Según un reporte del diario británico The Telegraph, expertos de la alianza han analizado ya cuáles zonas podrían ser atacadas. El objetivo de la OTAN es maximizar la disuasión, y por ello busca infligir pérdidas tan graves al enemigo en sus intentos de avance iniciales que finalmente Moscú deba abstenerse de buscar un conflicto prolongado.
Probablemente se requerirían varios millones de minas y otros explosivos ocultos para proteger eficazmente la extensa frontera. Grandes zonas quedarían inhabitables durante décadas, y el daño potencial a las personas y el medio ambiente es casi imposible de prever.
Aparte de las minas, los países del flanco oriental de la OTAN ya han adoptado otras medidas, como levantar o reforzar vallas y muros fronterizos, instalar modernos sistemas de vigilancia y alerta temprana y ampliar sus contingentes de tropas.
Algunos países también planean desplegar sistemas antidrones a lo largo de la frontera y profundizar los sistemas de riego para que puedan usarse como trincheras en caso de emergencia. Además pretenden plantar árboles a lo largo de carreteras importantes para camuflar a civiles y soldados.
¿Son las minas terrestres una amenaza justificada?
Lituania, atrapada entre el enclave ruso de Kaliningrado por la costa báltica y Bielorrusia por el este, es particularmente vulnerable. Una estrecha conexión terrestre, el corredor de Suwalki, conecta a los Estados bálticos con Polonia, convirtiendo a esa zona en un objetivo probable en caso de un ataque ruso.
Por ello, Vilna tiene previstas inversiones de 800 millones de euros en la producción de nuevas minas terrestres en los próximos años. El ministro lituano de Defensa, Dovile Sakaliene, señala que la estrategia es razonable debido a que existe una "amenaza existencial" contra su país. Rusia ha aumentado la producción de minas en los últimos años, mientras que Europa ha destruido sus propias reservas en virtud de la Convención de Ottawa.
Eva Maria Fischer, jefa de Handicap International Alemania, cree que el plan de las minas terrestres es peligroso y preocupante. "Por supuesto, las preocupaciones de seguridad de los países de Europa del Este pueden estar justificadas en el actual contexto de inestabilidad internacional. Sin embargo, no se puede construir una seguridad a largo plazo sobre armas que matan de forma indiscriminada, siguen en el suelo mucho después que terminó un conflicto y continúan mutilando a civiles", señaló en marzo de este año.
(dzc/rr)