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Centroamérica y la UE: "Hay que poner los pies en la tierra"

"Basta con ver la tragedia centroamericana actual de los migrantes en Estados Unidos y constatar que el Parlacén no ha hecho nada", apunta la activista nicaragüense Haydée Castillo. DW

El diálogo pactado en el Acuerdo de Asociación con la UE apenas comienza a implementarse. Pero Centroamérica ya no es la misma. ¿Qué hacer? DW habló con activistas históricos que piden coherencia a la UE."El Acuerdo de Asociación entre la Unión Europea y Centroamérica, en 2012, cerró un proceso que comenzó en la década de 1970 y 1980 cuando estábamos enfrascados en contiendas civiles no con pistolas, sino con helicópteros, tanques y cañones", dice a DW Enrique Sáenz, analista económico y político de Nicaragua, ahora apátrida y en el exilio en Costa Rica.

"En ese tiempo, la que entonces era la Comunidad Económica Europea tuvo un papel protagónico en unos procesos que llevaron a que creyéramos que venía una primavera de paz, democracia, derechos humanos", sigue Enrique Sáenz, exdiputado de la Asamblea Nacional de Nicaragua.

"Hubo diálogos entre cancilleres (los Diálogos de San José), hubo inversión política y económica, apoyo al proceso de integración centroamerican, con la creación de instituciones como el Parlamento Centroamericano (Parlacén) y el Sistema de Integración Centroamericano (SICA). Todo ese proceso culminó con la firma del acuerdo", puntualiza.

Cabe recordar que la parte comercial de este primer acuerdo internacional entre regiones entró en vigor en 2013. No obstante, los segmentos de diálogo político y de cooperación fueron ratificados apenas en 2024.

Creando mecanismos de diálogo

Ahora, pocas semanas antes de que se instaure un primer mecanismo interparlamentario de diálogo -entre el Parlamento Europeo, el Parlacén (Parlamento Centroamericano) y Costa Rica-, "nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos", acota Sáenz citando al poeta chileno Pablo Neruda.

Con todo, "lo peor que puede pasar es que, en esta situación complicada, difícil y peligrosa, Europa fuera ajena a Centroamérica. Si bien hay que animar esto, es imperativo poner los pies en la tierra: hay que reconocer que hay un proceso de socavación progresiva y acelerada de la democracia en la región", puntualiza.

Pero no es que Bruselas sea ajena a lo que acontece: lo prueban las sanciones por violaciones a derechos humanos que la UE ha impuesto a Nicaragua, las sanciones por obstrucción a la democracia que penden sobre actores judiciales y empresariales de Guatemala, las amonestaciones a El Salvador por asfixiar a las organizaciones de la sociedad civil.

¿Otra vez en condiciones dictatoriales?

"Hemos vuelto a los años 1970 y 1980. Volvemos a usar seudónimos. Hay conexiones interceptadas. Muchos estamos en el exilio. Estamos volviendo a los tiempos de las dictaduras militares", dice a DW Haydée Castillo, que vivió la dictadura de Somoza, la guerra de la década de 1980, la rebelión de 2018. Asistió también, en representación de la sociedad civil, a las negociaciones de ese acuerdo entre la UE y Centroamérica -Honduras, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá-, que prometía instancias que aportarían a derechos laborales y ambientales, a desarrollo para la población.

"En este momento, aunque nos digan que el comercio con la UE va bellísimo, los datos de pobreza y la expulsión de la población (22 por ciento) hacia entornos donde vive más penuria hablan de que ese comercio, bueno e importante, no se revierte en la población. Y nuestros Gobiernos se miran el ombligo", afirma Haydée Castillo, que vive exiliada en Estados Unidos.

"Si bien celebramos que haya aún impulsos para dialogar con Centroamérica, insistimos en que no somos los mismos ni son las mismas convicciones", vuelve Enrique Sáenz, quien, en su momento, apoyó la cooperación europea y las negociaciones de un acuerdo con Centroamérica.

"Hay que poner los pies en la tierra: Nicaragua no va a salir del abismo en el que estamos si los otros caen en el mismo abismo. Los países de Centroamérica hemos sido un solo país en algún momento de nuestra historia. Esta ha llevado a que existan vasos comunicantes: pasan algunos años para que los problemas de unos se reproduzcan en otros", afirma Sáenz, advirtiendo a Europa de los crecientes problemas de seguridad que representa Centroamérica.

Diálogo, coherencia y auditoría

En esta situación, tanto Enrique Sáenz como Haydée Castillo -ambos analistas, políticos y activistas con solera- no abogan por cortar lazos o dejar de invitar a las instancias de diálogo a los representantes de uno u otro país de la región. Sus propuestas son bastante más complejas.

"Primero, hay que decir que el Parlacén no nos representa", afirma Haydée Castillo con respecto al nuevo espacio de diálogo que se abrirá entre Costa Rica, el Parlacén y el Parlamento Europeo en julio 2025, en el marco del Acuerdo de Asociación con la UE.

"Basta con ver la tragedia centroamericana actual de los migrantes en Estados Unidos y constatar que el Parlacén no ha hecho nada", sigue la activista nicaragüense y advierte: "El Parlamento Europeo primero debería exigir una auditoría de los flujos de inversiones en infraestructura, de por qué -a pesar de los buenos datos comerciales- los derechos laborales van a peor, y de la persecución a la sociedad civil".

Por su parte, con respecto a hacer presión con sanciones -como las de Nicaragua, aprobadas en 2019 y que entretanto se enfocan en 21 personas y 3 entidades hasta octubre de 2025-, Enrique Sáenz afirma: "Este tipo de medidas aisladas tiene impactos aislados y temporales. No sirve sancionar y lograr el cierre del banco de una familia, pero no seguir el camino de ese dinero. No sirve que la UE sancione, pero que el Fondo Monetario Internacional -en cuyo directorio hay representantes de países europeos- le reconozca a Nicaragua avances macroeconómicos sin mencionar pobreza, desigualdad, confiscaciones".

Como fuere, y ante las nuevas instancias de diálogo, concluye Sáenz, "es de celebrar que Centroamérica no esté fuera del radar de Europa. El proceso que está viviendo como región, si se deja a su propio impulso en el contexto geopolítico, pronto se convertirá en un problema de seguridad internacional".

(rml)

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