El frente ruso se acerca a la ciudad ucraniana de Kostantínovka, que sufre cada vez más bombardeos por parte del Ejército ruso. DW acompañó a policías del grupo "Ángel Blanco" en la evacuación de civiles de la zona.Enormes redes cuelgan sobre la solitaria carretera rural. El Ejército de Ucrania las instaló para proteger al tráfico de los drones kamikaze rusos, equipados con pequeñas ojivas.
El camino hacia la ciudad de Kostantínovka atraviesa muchos de estos corredores. Viajamos con policías del grupo de evacuación "Ángel Blanco". Hennady Yudin coordina el equipo en la región de Donetsk y conduce un vehículo blindado y equipado con un sistema antidrones. La policía también está armada con metralletas para defenderse de los drones de Rusia.
Diariamente, la policía evacúa a civiles de Kostantínovka: de los 67.000 habitantes que tenía la ciudad, aproximadamente 8.500 siguen allí, según el ayuntamiento. Los constantes ataques del Ejército ruso causan muertos y heridos casi a diario. Por esta razón, las autoridades ucranianas instan a la población civil a abandonar la zona.
Calles desiertas
Hay coches calcinados en los márgenes de la carretera, tanques blindados y alambradas en medio de la ciudad. En muchas casas se aprecian las huellas de los bombardeos rusos.
Los policías del grupo de evacuación "Ángel Blanco" recorrieron la ciudad buscando una calle, pero no tenían a quién preguntar, porque la gente ya casi no se atreve a salir. Finalmente, encontraron a su objetivo, un anciano ciego.
"No sé, no veo nada", dijo confundido a los policías, mientras ellos buscaban su pasaporte. Finalmente, el agente Dmitro tomó al ciego de la mano y lo sacó de la casa. "Ahora lo llevaremos a un lugar seguro", dijo Dmitro.
Según Yudin, cada vez más gente quiere irse de la ciudad: "La gente tiene cada vez más miedo de los bombarderos y drones. Ven cómo destruyen sus casas, e incluso los refugios ya no sirven".
Los rusos siguen avanzando
El Ejército ruso intenta, desde hace tiempo, rodear Kostantínovka. Las ruinas de la ciudad se pueden ver desde las afueras. En el sur de la ciudad, una anciana solicitó la evacuación. Estaba en casa de un familiar. No quería irse, se quejó de tener vómitos e hipertensión, pero la policía Nastia la tranquilizó, solo tardarán "media hora en llegar al hospital".
La mujer pidió a la policía que regrese más tarde. Nastia anotó con paciencia su número de celular, mientras su colega continuó hablando con la mujer: "Puede ver cómo está la situación aquí. Hay drones volando".
Esta no es una situación inusual para los "Ángeles Blancos", un equipo responsable de evacuar toda la región de Donetsk. En Pokrovsk, rescataron dos cadáveres, según Yudin. Uno de ellos falleció por el impacto de un dron contra su coche; el otro, en su casa. Su hija había pedido a la policía que transportaran a su padre para que pudiera recibir un entierro digno.
En la ciudad, los cadáveres se están enterrando junto a las carreteras. Yudin ya ha contabilizado 22 fosas comunes y espera que algún día los restos de los fallecidos sean enterrados de nuevo.
La labor de estos policías es peligrosa. Mientras la policía subía uno de los cadáveres al vehículo, un dron impactó cerca y una metralla rozó la rodilla de Dmitro. Le cosieron la herida en el hospital y luego volvió al trabajo.
"Cada vez peor"
De camino a la siguiente dirección, nos topamos con un autobús averiado y un ramo de rosas frescas junto a él. Hace unos días, el conductor murió aquí y un pasajero resultó herido. Desde entonces, ya no circula ningún autobús por la ciudad.
En las afueras, al este de la ciudad, un anciano llamado Viktor, que estaba sentado sobre sus maletas, reaccionó con calma al zumbido de un dron. Sus vecinos, una pareja de jubilados, también planean irse pronto: "Pensábamos que las cosas cambiarían, pero es cada vez peor", suspiró la mujer, llamada Natalia. La valla y las ventanas de su casa resultaron dañadas en el reciente bombardeo. No hay electricidad ni agua, y la señal de celular es escasa.
Confundidos con los rusos
A continuación, condujimos hasta la dirección donde vive una anciana solitaria. Salió lentamente de su casa hacia el porche, agachándose. Los policías la ayudaron a cargar las maletas y a evaluar lo que realmente necesitaba. "La gente tiene prioridad", dijo uno de ellos.
En el vehículo, la mujer preguntó a los policías si son de Moscú. Al parecer, creía que los rusos habían avanzado hacia la ciudad. "Sí", bromeó Dmitro, y añadió: "Por eso tardamos tanto en llegar hasta usted". Pero ninguno de los pasajeros estaba de humor para reírse.
Nuestro vehículo continuó hacia el centro de la ciudad. Pasamos junto al edificio destruido de la estación de trenes. En una parte de las paredes, aún se puede leer en inglés: "No pedimos mucho, solo necesitamos artillería y bombarderos, del resto nos encargamos nosotros mismos".
"A un mundo incierto"
Cerca de la estación de trenes, un hombre de mediana edad, con un perro grande y asustado, esperaba al equipo de evacuación. Su nombre es Serhii. En el apartamento, entre las maletas, su hermana Tetiana estaba llorando. "¡Vamos!", le dijo Serhii con impaciencia. Finalmente, tras un poco de persuasión por parte de la policía, Tetiana tomó su maleta y se fue al coche.
"Hay gente que no quiere ser evacuada, porque teme un futuro incierto", explicó Hennadi con compasión, y enfatizó: "Este miedo es más fuerte que el miedo a la muerte, y por eso hay gente que se queda aquí a pesar de los bombardeos".
El futuro de los evacuados es, sin duda, incierto. La policía los entrega a voluntarios, que los llevan a un refugio de emergencia en Pavlogrado, en la región de Dnipropetrovsk. Allí reciben apoyo para solicitar prestaciones sociales, pero estas son insuficientes para cubrir el alquiler en las ciudades relativamente seguras de la región. "Me mudo a un mundo incierto", dijo un evacuado llamado Viktor.
Entre tanto, los "Ángeles Blancos" regresaron a Kostantínovka, donde dos mujeres más esperaban ser trasladadas a un lugar seguro, lejos de lo que una vez fue su hogar.
(rmr/rml)