Una vela encendida sobre una tablita de madera se convirtió en el símbolo de esperanza y guía espiritual para una familia que lo había perdido todo. En una historia que ha impresionado, el medio Dossier Digital Izcalli reveló que una vela flotante fue clave para localizar el cuerpo sin vida de José Guadalupe “N”, un joven de 23 años que se había ahogado en la presa de Tametate.
Según la publicación de Dossier Digital, un tío del joven colocó la vela sobre el agua a las 2:00 de la madrugada del lunes 21 de julio. El objetivo no era científico ni técnico: era una práctica ancestral y espiritual que se ha utilizado por generaciones en comunidades de México como guía mística para hallar cuerpos desaparecidos en ríos o presas.
La vela flotó durante horas y, aunque parecía una acción desesperada, terminó apagándose justo en el punto donde, horas más tarde, buzos de la Marina localizaron el cuerpo del joven.
La desaparición del joven
José Guadalupe fue visto por última vez alrededor de las 11:00 p.m. del domingo 20 de julio, cuando se metió al jaguey sin saber nadar. Un amigo que lo acompañaba fue testigo del momento en que se sumergió y no volvió a salir. De inmediato avisó a la familia y vecinos, quienes intentaron encontrarlo por sus propios medios.
El ritual de la vela: ¿coincidencia o sabiduría popular?
De acuerdo con el medio local, los familiares incluso colocaron la vela como último recurso, una acción que podría parecer simbólica pero que forma parte de los saberes tradicionales del México rural. Este tipo de prácticas están basadas en la creencia de que el espíritu del desaparecido puede guiar el fuego hacia su ubicación.
Aunque en ese momento no se reportó éxito inmediato, testigos aseguran que la vela se apagó en el lugar donde finalmente se encontró el cuerpo cerca de las 18:30 horas del lunes, después de que buzos de la Marina arribaran al sitio.
La labor de rescate
Cuerpos de Protección Civil local, de Tempoal, elementos de la Comisión Nacional de Emergencia y del grupo SINAREM iniciaron la búsqueda desde la madrugada. Sin embargo, debido a lo peligroso del terreno, se detuvieron temporalmente las labores hasta que buzos especializados de la Marina llegaron desde el puerto de Tuxpan.
Una vez en el sitio, localizaron el cuerpo a los pocos minutos de comenzar su inmersión, en un punto que coincidía con el lugar donde la vela se había apagado, lo cual provocó conmoción y asombro en la comunidad.
