Cada vez hay más residuos plásticos: más de 170 países negociarán en Ginebra un acuerdo vinculante para combatirlos. ¿De qué se trata y quién está bloqueando la adopción de normas estrictas contra su producción?En realidad, se quería llegar a un acuerdo el año pasado en Busan. Sin embargo, las negociaciones dirigidas por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente fracasaron en aquel momento.
En un nuevo intento, representantes de más de 170 países se reunirán en Ginebra a partir de mañana martes 5 hasta el 14 de agosto para negociar un acuerdo vinculante para la reducción de los residuos plásticos.
Entre los temas importantes se encuentran: si se debe limitar la producción de plástico y de qué modo hacerlo, cómo se puede mejorar el manejo de los productos plásticos y químicos peligrosos para la salud, y qué apoyo financiero recibirán los países en desarrollo para la implementación del acuerdo.
Cada año se producen 413 millones de toneladas de plástico en todo el mundo. Con eso se podrían llenar más de medio millón de piscinas olímpicas.
Solo el nueve por ciento de esta cantidad se recicla en todo el mundo. El resto se incinera, acaba en vertederos, en el mar, contamina el suelo, daña la fauna y perjudica la salud humana. Los microplásticos se encuentran ahora en todo el mundo y son detectables en el cuerpo humano.
¿Quién quiere negociar qué?
Un centenar de países abogan por un acuerdo ambicioso que incluya también una reducción de la producción de plástico. Entre ellos se encuentran muchos de África y América Latina, así como Alemania y la UE.
Sin embargo, los países fabricantes y productores de petróleo, entre ellos Rusia, Irán y Arabia Saudí, han bloqueado hasta ahora una regulación más estricta de la producción.
Quieren seguir prácticamente como hasta ahora y, por ello, intentan impedir en el acuerdo, entre otras cosas, los acuerdos "que limitarían la demanda, por ejemplo, retirando del mercado los productos de plástico de un solo uso”, según Florian Titze, director de Política Internacional de la organización medioambiental WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza).
La industria del plástico y los países que se benefician especialmente de ella presentan la crisis del plástico más bien como un problema de "gestión deficiente de los residuos”.
Sin embargo, esto no pondría fin a la sobreproducción, que es la verdadera fuente del problema.
Virginia Janssens, directora de la asociación europea de la industria del plástico, tiene una opinión diferente. En declaraciones a DW, advierte contra "medidas demasiado simplistas, como limitar la producción mundial de plásticos primarios”.
Según ella, el sector se toma muy en serio la contaminación por plásticos. Sin embargo, abordar el problema requiere "una cooperación intersectorial, no solo dentro de nuestro sector, sino también a lo largo de toda la cadena de valor, con las autoridades y más allá”, afirma Janssens.
¿Hipocresía de Alemania y la UE?
Aleksandar Rankovic advierte que no se debe atribuir toda la responsabilidad a los países petroleros y a los productores de plásticos.
Este experto es fundador del centro de investigación Common Initiative, que aboga por la protección de los bienes comunes y lleva mucho tiempo observando las negociaciones.
Acusa de hipocresía precisamente a países occidentales como Alemania, Francia o el Reino Unido. "Todos afirman ser muy ambiciosos. Me parece perverso", afirma Rankovic.
Con alrededor de ocho millones de toneladas de producción de plástico al año, Alemania es, con diferencia, el mayor fabricante de plástico de Europa, seguida de Bélgica y Francia.
Aunque los países de la denominada Coalición de Alta Ambición abogan por un acuerdo más ambicioso, Rankovic critica que no haya una propuesta clara para un objetivo vinculante de reducir la producción de plástico.
Desde el Ministerio de Medio Ambiente alemán se rechaza esta crítica. Según afirman, los datos disponibles no son lo suficientemente buenos como para "poder describir ahora numéricamente objetivos de este tipo”.
El poder del lobby del plástico
En Ginebra, además de los equipos negociadores de los países, se espera la presencia de cientos de representantes de los intereses de la industria química y del plástico.
"Mi experiencia personal es que en los últimos años ha habido un aumento de las presiones y los esfuerzos para socavar la ciencia en el ámbito de los plásticos”, explica Bethanie Carney Almroth, ecotoxicóloga en la Universidad de Gotemburgo, en Suecia, e investigadora de los efectos nocivos que causan las sustancias químicas presentes en los plásticos.
A juzgar por el número de participantes, la influencia de la industria en las negociaciones es considerable. El año pasado, por ejemplo, hubo más grupos de presión (lobbies) presentes que todos los delegados de los Estados miembros de la Unión Europea juntos.
Según Carney Almroth, la industria intenta sembrar dudas sobre la credibilidad de la ciencia con sus propios estudios sesgados.
¿Se aprovechará esta oportunidad histórica para alcanzar un acuerdo eficaz?
Rankovic no cree que en Ginebra se apruebe un acuerdo revolucionario, sino más bien una especie de convenio marco, un consenso mínimo sobre el que se podría construir en los próximos años. Las posiciones son demasiado dispares.
Sin embargo, el tiempo apremia, en eso coinciden los científicos.
(md/el)