En las comunidades rurales o dispersas de México la ausencia de drenaje es una problemática persistente que amenaza la salud pública y el medio ambiente, en estos contextos, el tratamiento de aguas residuales representa un gran reto, ya que las soluciones tradicionales como las fosas sépticas requieren obras complejas, mantenimiento constante y no siempre son seguras ni eficaces.
Ante esta situación, ha crecido el uso de sistemas alternativos descentralizados que permiten tratar el agua desde el origen, con menor impacto ambiental y sin necesidad de conexión a una red de drenaje.
Uno de estos sistemas incorpora biodigestores prefabricados que funcionan como plantas de tratamiento en pequeña escala.
Estos equipos ofrecen un tratamiento primario del agua residual y han demostrado ser una opción eficaz en zonas donde aún no se garantiza el derecho al saneamiento.

Problema ambiental urgente
En la falta de alternativas seguras, muchas personas optan por desechar aguas residuales directamente en barrancas, calles o cuerpos de agua, lo que contribuye a la contaminación de acuíferos, suelos y fuentes naturales.
Esta práctica representa un grave riesgo ambiental, además de provocar focos de infección y enfermedades gastrointestinales.
Los sistemas de tratamiento descentralizado como el de Rotoplas, permiten reducir hasta 25% los contaminantes del agua gracias a componentes internos como biocarriers (soportes para microorganismos) y mecanismos de separación optimizados.
Desde 2021, más de 1.2 millones de personas en México y otros países de América Latina han sido beneficiadas con este tipo de soluciones, integradas en programas de infraestructura social, vivienda y proyectos comerciales que requieren cumplir con normativas ambientales.
Cada unidad puede cubrir las necesidades de entre 4 y 45 personas, según su capacidad.
Además, estos dispositivos se fabrican con hasta 35% de materiales reciclados y están diseñados para minimizar la emisión de metano, uno de los principales gases de efecto invernadero generados por el mal manejo de residuos orgánicos.
Focos de urgencia
El caso de Mérida ilustra bien esta transición, la ciudad combina alta demanda habitacional, baja cobertura de drenaje y una regulación ambiental estricta, lo que ha favorecido la adopción de tecnologías descentralizadas.
Esta situación pone en evidencia que las soluciones no pueden seguir dependiendo únicamente de grandes obras de infraestructura, sino de alternativas adaptadas a las condiciones reales del territorio.
Por ello, el avance de estos sistemas no solo responde a una necesidad práctica, sino también a un cambio en la visión del saneamiento.