Las escasas perspectivas laborales, la limitadísima protección social y la esperanza de ganarle a la pobreza han llevado a miles de colombianos a luchar guerras lejos de casa.En español, y a través de un video, el primer ministro de Sudán, Kamal Idris, se dirigió al pueblo colombiano y al hispanoparlante en general. No se trató de una intervención improvisada o sacada de la manga, sino de un llamado que tiene como objetivo enfocar la atención en la presencia de mercenarios colombianos combatiendo en las filas de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), el grupo paramilitar que desde el 15 de abril de 2023 se enfrenta al Ejército regular en una brutal guerra.
"El mundo hispanohablante ha hecho contribuciones extraordinarias a la humanidad, desde el arte de Pablo Picasso hasta la poesía de Pablo Neruda, desde la narrativa de García Márquez hasta la literatura de Vargas Llosa”, dice Idris. "Con este mismo espíritu de creatividad, solidaridad y compromiso con la paz, hago un llamado al pueblo colombiano y a todas las comunidades de habla hispana a que se mantengan firmes con nosotros para lograr el fin del asedio a El Fasher y detener el reclutamiento y envío de mercenarios a nuestra tierra”, agrega.
En noviembre de 2024, una emboscada de las fuerzas sudanesas contra los insurgentes terminó con la muerte de varios de ellos y la confiscación de documentos de identidad colombianos. La embajadora colombiana en El Cairo, Ana Milena Muñoz, se disculpó formalmente ante el gobierno sudanés. Y el 7 de agosto de 2025, el gobierno sudanés dijo que sus tropas destruyeron un avión que, proveniente de Emiratos Árabes Unidos, cargaba armamento para los rebeldes, además de al menos 40 mercenarios colombianos.
Algunas fuentes hablan del despliegue de hasta tres batallones de colombianos, es decir unos 2.000 soldados, solo en la guerra de Sudán.
Falta de oportunidades
"Los soldados colombianos son de los mejores del mundo en la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico y las guerrillas”, dice a DW Juan Carlos Portilla, abogado internacionalista y académico de la Universidad de la Sabana, en Bogotá. "Desafortunadamente, cuando se retiran, no tienen un plan de beneficios para veteranos, lo que los obliga a buscar oportunidades en el exterior y aceptar ofertas para luchar guerras que no les pertenecen, por un par de dólares, solo por sobrevivir y mantener a sus familias”, agrega.
"La última ola de violencia en Colombia ha durado más de 60 años y ha dejado un reciclaje de la violencia. Hay exguerrilleros, exparamilitares y exmilitares. La última ola de mercenarios son en su mayoría exmilitares, gente que salió pensionada tras prestar 20 años de servicio, que está muy bien entrenada, pero que recibe una pensión que no alcanza los 400 dólares”, explica a DW el senador Ariel Ávila, del Partido Alianza Verde y exsubdirector de la fundación Paz y Reconciliación.
Esos factores hacen que las fuerzas colombianas sean muy solicitadas, porque suman dos factores relevantes: alta preparación y bajo costo. Así, se ha detectado la presencia de mercenarios trabajando para los carteles de la droga mexicanos, en Haití -donde 17 de ellos fueron acusados por el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021-, en Emiratos Árabes Unidos -a cargo de la seguridad de instalaciones petroleras- y también en Yemen, Ucrania y, antes, en Irak y Afganistán.
Sin derechos
De acuerdo con investigaciones de medios colombianos como La Silla Vacía y Caracol, los mercenarios son reclutados por firmas de Emiratos Árabes Unidos. "Hay un montón de empresas privadas dedicadas a esto, y generalmente son exmilitares colombianos quienes reclutan a otros militares por medio del voz a voz”, dice Ávila. Los salarios fluctúan entre los 1.500 y los 3.000 dólares mensuales, aunque sin derechos laborales y, naturalmente, exponiendo la vida a cada momento.
"Se les entrega plata por adelantado, ellos generalmente dejan ese dinero con sus familias, y luego reciben una mensualidad en el campo de batalla, más una plata adicional al regreso”, explica el senador. Portilla complementa: "Es mano de obra barata que trabaja sin seguridad social, cotizaciones en salud ni riesgos profesionales; es simplemente una cacería por el talento colombiano a cambio de un puñado de dólares”.
Planes de lucha
Combatir este problema no es una tarea sencilla. El gobierno del presidente Gustavo Petro presentó en agosto de 2024 un proyecto de ley para aprobar la Convención Internacional contra los Mercenarios, lo que permitiría penalizar esta actividad. "Está ya en su último debate, esperamos que pronto podamos tener esta ley”, dijo este lunes (18.08.2025) el ministro de Defensa, Pedro Sánchez, quien además aseguró que se está investigando a las empresas que facilitan la contratación de mercenarios.
Aunque Ávila reconoce que endurecerá las sanciones, no cree que esta ley sea la solución perfecta, porque el problema tiene raíces más profundas. Lo apoya Portilla: "Esto es una tragedia nacional, es la ausencia y falla del Estado por no tener una política de beneficios para quienes han puesto su vida en juego para luchar contra las guerrillas”. Por ello, el académico pide no solo aprobar la convención de la ONU contra los mercenarios, sino también generar las condiciones que permitan "la integración de los soldados en la vida económica normal del país”.
Sobre los caídos en combate, Portilla también pide acciones más efectivas. "Un gobierno decente que respete a sus ciudadanos debe hacer todos los esfuerzos para que no haya exportación de mercenarios, primero; y segundo, si hay caídos en combate en guerras que no nos corresponden, debe hacer todos los esfuerzos para que sus cuerpos sean repatriados, porque tienen el derecho a descansar en su patria y ser enterrados por sus familiares. Este es un tema de respeto a la dignidad humana de los soldados colombianos”, apunta.
(cp)