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¿Quién se encarga de preservar la Amazonía?

Ocho países de América del Sur se ocupan de resguardar que el pulmón de la Tierra se mantenga vivo, aunque los enfrentamientos no faltan.El nacimiento, curso y desembocadura del río Amazonas cruza y toca a ocho países de América del Sur, razón suficiente para que los conflictos territoriales surjan de vez en cuando. Tal como ocurre con el reciente enfrentamiento entre Perú y Colombia por la isla Santa Rosa.

Así como las confrontaciones territoriales de los países amazónicos se dan como consecuencia de compartir el pulmón del planeta, también existe unidad para enfrentar los retos climáticos que se han vuelto más relevantes con el paso de los años.

Para cuidar y preservar la Amazonía existe la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), que se encarga de hacer que representantes de Venezuela, Guyana, Ecuador, Bolivia, Brasil, Surinam, Perú y Colombia discutan y diseñen estrategias que preserven la selva amazónica. "El trabajo de la OTCA se resume en ocuparnos juntos (los países amazónicos) de evitar el punto de no retorno dentro de la región amazónica, trabajando por el desarrollo sostenible desde un punto de vista social, económico y medioambiental, y enfocándonos en la participación de la sociedad civil, de los pueblos indígenas, de las comunidades locales en el cuidado de la Amazonía”, explica la directora administrativa de la OTCA, Edith Paredes, a DW.

Para Greenpeace, "la coordinación entre las naciones amazónica es fundamental porque todos enfrentan las mismas problemáticas: incendios forestales, extracción minera ilegal y la deforestación. Por lo tanto, es un trabajo que debe hacerse en conjunto”, dice a DW Rômulo Batista, portavoz de Greenpeace Brasil.

Brasil carga con más peso

Con al menos el 60 % de la selva amazónica dentro de su territorio, Brasil es el país en el que se centran las miradas cuando se habla de cuidado y protección de la selva tropical más grande del mundo. Quizás por eso su presencia e iniciativa resultan fundamentales, como ocurrió en la Cumbre de la Amazonía, celebrada en 2024, donde los ocho países que tienen territorio en esta área firmaron un documento basado en una propuesta brasileña que incluye, entre muchos otros puntos, exigir a los países desarrollados que cumplan con sus compromisos financieros para la protección climática.

Además, el texto establece una agenda para combatir la deforestación y la creación de un Centro de Cooperación Policial Internacional que coordine a los Estados signatarios para proteger el bioma amazónico.

En cuanto al aspecto económico, que es el más complejo de resolver, Rômulo Batista, de Greenpeace Brasil, asegura que "como Estado brasileño, es clave que se piense en desarrollar modelos y formas de incentivar una economía que pueda convivir con la selva, una economía creativa, basada en el uso de la biodiversidad de forma responsable. Que no sólo sea capaz de llevar opciones económicas a la población, que habita la Amazonía, sino que permita convivir con la selva”.

El temido punto de no retorno

Cuando nació la OTCA, la selva del Amazonas no se encontraba en el peligro en el que se encuentra hoy. El cambio climático ha obligado a una acción urgente, que lamentablemente parece no llegar a tiempo. "Hace 40 años la deforestación en la Amazonía era del 7 por ciento, entonces había mucho margen de maniobra, pero ese espacio ya se acabó. Lo que yo veo es una desconexión entre los Estados y la situación actual de la Amazonía, porque hay una falta de urgencia en la acción”, dice Alicia Guzmán, coordinadora de Amazonía por la Vida.

El tema central en este momento es evitar alcanzar el punto de no retorno, es decir, la deforestación del 20 al 25 por ciento de esta enorme selva. Un umbral que impedirá que el ecosistema pueda regenerarse, con consecuencias catastróficas para el clima mundial. Actualmente se estima que deforestación de la Amazonía fluctúa entre el 14 y el 17 por ciento, sin tener en cuenta el porcentaje de bosque degradado.

La declaración de Belém, pactada en 2023 por los países amazónicos, destaca como sus puntos fuertes el ya mencionado punto de inflexión respecto a la deforestación de la Amazonía.

Con este acuerdo, de cara a la próxima COP30, que se realizará justamente en la ciudad amazónica de Belém, en el estado brasileño de Pará, "se le dio a la OTCA un nuevo mandato, con resoluciones en diversas temáticas, y que tiene como objetivo evitar el punto de no retorno, lo que le da una nueva orientación a la organización. El mandato de la OTCA ahora es un llamado a la acción y modernización de la organización con participación de la sociedad civil y comunidades indígenas, además de un compromiso común de parte de los países miembros para que adopten dentro de sus agendas nacionales la importancia que tiene la Amazonia”, explica Edith Paredes.

La experta en finanzas climáticas y derechos indígenas Alicia Guzmán destaca, por su parte, que existe una "voluntad política sobre lo que hay que hacer para preservar la Amazonía, lo que no hay son los recursos. Este no es un tema de ideología, es un tema de equilibrio, porque los ingresos de los países que tienen parte en la Amazonía dependen en gran medida de los recursos que esta les da. Es ahí de donde sacan petróleo, oro, carne. En todos los casos se trata de la misma extracción de recursos amazónico. Los Estados sudamericanos necesitan los ingresos, y por el otro lado no hay un norte global que se responsabilice de sus emisiones, no es algo que solo competa a los países de la OTCA”, dice.

(cp)

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