Un empresario gallego, natural de O Carballiño y afincado en México, murió en 2011 a los 65 años dejando tras de sí una fortuna millonaria; sin embargo, más de una década después, un juzgado en Ourense, España, resolvió que un hombre de 35 años es su hijo biológico y, por lo tanto, legítimo heredero.
Lo sorprendente no es solo la cantidad en disputa, sino la manera en que se logró demostrar la paternidad: un simple escupitajo recogido de manera discreta fue la prueba definitiva.
El empresario gallego que vivía en México
El hombre, originario de Carballiño, pasaba largas temporadas en Galicia pero residía principalmente en México, donde desarrolló su actividad empresarial. Falleció en 2011 con 65 años, dejando bienes y capital en ambos países.
Sin embargo, nunca reconoció oficialmente al hijo que ahora fue legitimado judicialmente, según reveló la agencia de noticias EFE.
El proceso judicial parecía estancado hasta que la defensa del presunto hijo logró obtener ADN del abuelo paterno. Según consta en la resolución, la muestra fue obtenida de un escupitajo, analizada bajo cadena de custodia y comparada con los perfiles genéticos del demandante.
El resultado fue concluyente: existía un vínculo biológico directo.
Una herencia millonaria en disputa
Con la prueba genética en mano, el Juzgado de Primera Instancia nº 4 de Ourense declaró oficialmente la paternidad y abrió el camino para que el heredero acceda a la fortuna que el empresario dejó tanto en Galicia como en México.
Se trata de una suma millonaria, aunque el monto exacto no ha sido revelado por las partes.
La madre vivía en un municipio de Ourense, mientras que el empresario residía en México, donde desarrollaba la mayor parte de sus negocios, aunque regresaba a Galicia durante las vacaciones.
Ambos coincidían en el mismo grupo de amigos y con el tiempo la relación pasó de la amistad a un noviazgo formal. Sin embargo, todo cambió cuando ella le comunicó que estaba embarazada: tras esa conversación nunca volvió a saber de él.
La situación se agravó con el rechazo abierto de la familia del empresario, que incluso llegó a amenazarla con que, si una prueba de paternidad confirmaba la filiación, se llevarían al niño a México.
Ante esa presión y el abandono, la mujer tomó la decisión de afrontar la maternidad en solitario, optando por criar a su hijo sin el apoyo del padre ni de su entorno familiar.