El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, enfrentó un escenario inédito en la Asamblea General de la ONU: decenas de delegados abandonaron sus asientos antes de que comenzara su discurso sobre Gaza. La protesta fue interpretada como un complot diplomático silencioso contra Israel.
Sin embargo, México no se sumó a la desbandada. Alicia Bárcena, actual secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales, fue captada en imágenes permaneciendo en su lugar, atenta al discurso del líder israelí, mientras la sala se vaciaba frente a las cámaras del mundo.
Alicia Bárcena permaneció en la sala
A diferencia de otras delegaciones que abandonaron el pleno, Bárcena se quedó sentada en la sección asignada a México. Su presencia se convirtió en un gesto que marca un contraste con la postura de muchos países que decidieron dar la espalda a Netanyahu.
La funcionaria mexicana no participó del boicot y siguió el discurso completo, lo que refuerza la política histórica de México: escuchar todas las posturas en foros multilaterales, aunque existan profundas diferencias con la narrativa israelí.
El discurso de Netanyahu y la reacción internacional
Netanyahu insistió en que Israel debe “terminar el trabajo” contra Hamas en Gaza, criticó a los países que reconocieron al Estado palestino y acusó a Irán de alimentar la guerra. Pero sus palabras quedaron opacadas por la fuerza del vacío diplomático.
Mientras delegaciones de Europa, África y América Latina abandonaban el pleno, la representación mexicana optó por permanecer en la sala. Las imágenes muestran a Bárcena observando el discurso mientras a su alrededor los asientos quedaban vacíos.
Postura de México frente a Palestina
El gesto de Bárcena no significa respaldo a Netanyahu, sino un reflejo de la línea mexicana de mantener presencia en los espacios multilaterales.
En semanas recientes, el gobierno de Claudia Sheinbaum reconoció explícitamente al Estado palestino y calificó la situación en Gaza como genocidio, colocándose entre los países que más han endurecido su postura frente a Israel.
La diferencia es que, en lugar de abandonar la sala, México prefirió escuchar, sosteniendo que la diplomacia se ejerce también en la confrontación directa de ideas.