El presidente ecuatoriano Daniel Noboa fue víctima de un ataque este martes mientras encabezaba una caravana presidencial en el cantón El Tambo, provincia de Cañar, en el sur del país.
El convoy fue interceptado por un grupo de aproximadamente 500 personas que, según las autoridades, lanzaron piedras y realizaron disparos contra los vehículos oficiales.
El incidente, calificado por el gobierno como una “tentativa de asesinato o ataque terrorista”, dejó marcas visibles en el vehículo del presidente, aunque Noboa salió ileso. A pesar del caos, el mandatario continuó con su agenda oficial relacionada con la presentación de obras de agua potable y alcantarillado en la zona.
La ministra de Ambiente y Energía, Inés Manzano, formalizó la denuncia ante la Fiscalía General del Estado por tentativa de asesinato. Hasta el momento, cinco personas han sido detenidas en flagrancia y enfrentarán cargos por terrorismo, delito que en Ecuador puede ser penado con hasta 30 años de prisión.
Noboa acusa infiltrados y reafirma su compromiso con las reformas
En una declaración posterior al atentado, el presidente Noboa condenó enérgicamente la agresión y la vinculó con sectores que, según él, se oponen a su proyecto de reformas políticas y económicas. “Esas agresiones no se aceptan en el nuevo Ecuador; la ley aplica para todos”, declaró.
El ataque ocurre en el contexto de protestas lideradas por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), en rechazo a la eliminación del subsidio al diésel. Las movilizaciones llevan tres semanas, han provocado bloqueos en varias carreteras y motivaron la declaración de estado de excepción en 10 provincias.
Noboa ha acusado a supuestos “infiltrados” de grupos criminales como el Tren de Aragua de fomentar la violencia en las manifestaciones, aunque no ha presentado pruebas públicas al respecto.
El incidente ha generado debate en redes sociales como X. Mientras algunos usuarios lo interpretan como un ataque directo a la estabilidad del país, otros lo ponen en duda y sugieren que podría tratarse de un montaje para deslegitimar la protesta social, citando la aparente ausencia de seguridad en el momento exacto del ataque.