Desde su descubrimiento hace un par de meses, el cometa 3I/ATLAS —el tercero confirmado que cruza nuestro Sistema Solar— ha despertado un enorme interés científico... y también una ola de teorías extrañas que van desde lo extravagante hasta lo conspirativo.
Detectado el 1 de julio de 2025 por el sistema de telescopios ATLAS, en Chile, el 3I/ATLAS es un objeto que viaja a través del espacio interestelar y que, según la NASA, no representa ninguna amenaza para la Tierra. Su órbita hiperbólica confirma que no está ligado al Sol: entró, pasará una sola vez y luego se perderá de nuevo en el vacío galáctico.
La agencia espacial estadounidense explicó que este cometa alcanzará su punto más cercano al Sol el 30 de octubre de 2025, y que se acercará a la Tierra el 19 de diciembre, a unos 270 millones de kilómetros de distancia.
“No hay riesgo de impacto ni evidencia de comportamiento artificial”
— NASA

Por qué fascina tanto a la ciencia
Los astrónomos lo observan con curiosidad porque su composición no se parece a la de los cometas comunes. Las mediciones del Telescopio Espacial Hubble y del James Webb revelan una proporción inusualmente alta de dióxido de carbono (CO₂) frente al agua, algo casi inédito.
Además, su brillo irregular, su aumento repentino de actividad y el hecho de que venga de fuera del Sistema Solar lo convierten en una joya para la investigación. Cada muestra de gas y polvo que emite puede ofrecer pistas sobre cómo se forman los sistemas planetarios en otras estrellas.
En palabras de la NASA, estudiar 3I/ATLAS “permite comparar la química de nuestro vecindario cósmico con la de otros sistemas, y entender de dónde venimos”.
Las teorías que circulan en Internet
La aparición del cometa no tardó en avivar las teorías conspirativas. En redes sociales y foros de ufología, se le atribuyen supuestos comportamientos “inteligentes”, afirmando que podría tratarse de una sonda alienígena enviada para observar a la humanidad.
El astrónomo Avi Loeb, de Harvard, avivó la polémica al sugerir que algunos rasgos —como su forma alargada o su aparente emisión de luz propia— podrían justificar al menos “considerar la posibilidad” de que sea un objeto tecnológico. Aunque su planteamiento fue más filosófico que afirmativo, muchos medios lo simplificaron a “científicos creen que podría ser una nave extraterrestre”.
Incluso se difundieron ideas de que 3I/ATLAS estaría “ocultándose detrás del Sol” en su punto más brillante para evitar observaciones terrestres o que podría ejecutar maniobras de propulsión propias de una tecnología avanzada.
Lo que dice la NASA realmente
La NASA respondió oficialmente a estas versiones en agosto, aclarando que no hay ninguna evidencia de que 3I/ATLAS sea una nave o sonda alienígena.
Los análisis espectroscópicos y de dinámica orbital muestran que el objeto se comporta exactamente como un cometa activo, con una cola de gas y polvo y una aceleración coherente con la sublimación de sus hielos.
Además, su velocidad —unos 61 km/s—, aunque alta, es completamente normal para un objeto interestelar. Los astrónomos destacan que su trayectoria no presenta ningún tipo de cambio que sugiera control externo ni señales electromagnéticas anómalas.
Entre el asombro y la especulación
Lo cierto es que 3I/ATLAS genera un interés genuino por ser una oportunidad única para estudiar material procedente de otro sistema estelar. Es, literalmente, un mensajero del espacio profundo, que podría contener información sobre cómo se forman y evolucionan los mundos más allá de nuestra galaxia.
La mezcla de misterio y ciencia, sumada al precedente del polémico 1I/ʻOumuamua en 2017, explica por qué este nuevo cometa ha capturado tanta atención pública.
Mientras la NASA, la ESA y decenas de observatorios estudian sus gases, brillo y trayectoria, las redes seguirán llenándose de teorías imposibles. Lo fascinante es que, entre tanta imaginación, 3I/ATLAS sigue siendo —hasta ahora— solo un cometa real, natural y extraordinario.