La líder opositora venezolana María Corina Machado fue sorprendida de madrugada por la llamada que cambiaría su vida. Entre lágrimas, agradeció el reconocimiento al pueblo venezolano.
“Oh, Dios mío”: el instante en que se enteró
Eran las cinco de la mañana en Venezuela cuando sonó el teléfono. Del otro lado de la línea, el secretario del Comité Noruego del Nobel, Christian Berger-Pykin, le informó a María Corina Machado que en unos minutos sería anunciado su Premio Nobel de la Paz 2025.
—“Oh, my God… oh my God…”, fue lo primero que atinó a decir. En medio del asombro, su voz tembló. Luego agregó: “No tengo palabras. Espero que entienda que esto es un movimiento. Es el logro de toda una sociedad. Yo solo soy una persona. Ciertamente no merezco esto.”
El reconocimiento a una lucha colectiva
Lejos de apropiarse del mérito, Machado convirtió el momento en una dedicatoria a su país. “Estoy muy agradecida en nombre del pueblo venezolano. Todavía no hemos llegado, pero estamos trabajando muy duro para lograrlo”, dijo.
En su reacción, dejó claro que considera el Nobel como un reconocimiento a la resistencia civil venezolana, no a un triunfo personal.
La respuesta del Comité: “Sí lo merece”
El propio secretario del Comité Noruego la interrumpió con palabras que marcaron el tono de la conversación:
—“Creo que tanto el movimiento como usted lo merecen.”
Después citó el texto oficial que sería leído minutos más tarde en Oslo: “Por su incansable labor promoviendo los derechos democráticos del pueblo de Venezuela y por su lucha para lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia.”
Una llamada breve, pero histórica
La conversación duró apenas unos minutos. Berger-Pykin le pidió mantener el secreto hasta que el anuncio fuera oficial, mientras los reflectores del mundo se alistaban para el anuncio.
Machado, todavía incrédula, respondió: “Creo que me tomará mucho más tiempo creer lo que acabo de escuchar. Este es el mayor reconocimiento a nuestro pueblo, que ciertamente lo merece.”
El eco de una frase simbólica
El intercambio entre ambos —“No lo merezco” / “Sí lo merece”— resume la dualidad de una mujer que durante más de dos décadas ha desafiado al poder venezolano.
Fundadora de Súmate, promotora del voto libre y candidata presidencial inhabilitada por el régimen, Machado se ha convertido en símbolo de una resistencia civil que eligió las urnas sobre las balas.
Un premio que trasciende fronteras
El Comité Noruego describió a Machado como “una de las figuras de valentía civil más extraordinarias de América Latina”. En su comunicado, recordó que Venezuela pasó de ser un país próspero a un Estado autoritario con millones de exiliados y represión sistemática contra la oposición.
Con el Nobel, su causa deja de ser local: el premio se transforma en un llamado global a defender la democracia frente al autoritarismo.
En clandestinidad y con esperanza
Machado ha vivido meses en la clandestinidad tras múltiples amenazas de muerte. Aun así, decidió permanecer en el país. En palabras del Comité, “pese a los riesgos, ha mantenido viva la esperanza de libertad para millones de venezolanos.”
Su reacción, humilde y contenida, contrastó con el peso histórico del momento. Entre la incredulidad y el agradecimiento, su frase final lo sintetizó todo:
—“Estoy sin palabras, pero gracias. Gracias. Gracias.”
Democracia y paz, una misma lucha
El Comité cerró su anuncio recordando que “las herramientas de la democracia son también las herramientas de la paz”.
El Nobel de la Paz 2025 no solo reconoce a una persona, sino a un país que resiste. Y a una mujer que, desde la oscuridad de la represión, eligió seguir hablando, creyendo y soñando con una Venezuela libre.