La Ciudad de México volvera a llenarse de color, música y tradición este domingo con la 12ª edición de la Mega Procesión de Catrinas, uno de los eventos más esperados del Día de Muertos. Desde temprano, el Ángel de la Independencia se convirtió en un auténtico carnaval de calaveras vivientes: miles de personas, ataviadas con trajes de época, coronas de flores y rostros maquillados de catrinas y catrines, se prepararon para recorrer Paseo de la Reforma hasta el Zócalo capitalino.
El ambiente comenzó a encenderse desde las 14:00 horas, con presentaciones artísticas, música en vivo y talleres culturales, mientras los maquillistas daban los últimos toques a quienes deseaban sumarse al desfile. A las 18:00 horas, el contingente arrancará su marcha, avanzando entre aplausos, selfies y el aroma del cempasúchil que cubría el camino.

Este año, la procesión realizará una parada en Avenida Juárez, para después continuar por Eje Central Lázaro Cárdenas rumbo a la Plaza de la Constitución, donde se ofrecera un concierto gratuito de clausura con artistas como Mackonde, Pérez Prado Orchestra, la Orquesta de Carlos Campos y Mateo López.

Tradición mexicana
La secretaria de Turismo capitalina, Alejandra Frausto, destacó en redes sociales que la ciudad “vive una jornada única llena de tradición y emoción”, recordando que mientras el Gran Premio de México de Fórmula 1 llenaba de velocidad otras zonas de la capital, el desfile de catrinas mostraba “la alegría y la creatividad que nos distinguen como mexicanos”.
El desfile reúne miles de capitalinos y turistas, quienes celebraron la vida con humor, arte y color, reafirmando que en la CDMX la muerte no asusta: se honra, se celebra y hasta se baila.
Entre la multitud, los niños lucieron sus primeras catrinas de glitter, las parejas bailaron al ritmo de los mariachis improvisados, y los fotógrafos encontraron en cada esquina un retrato digno del altar más hermoso.

Aunque se registraron cierres viales y ajustes en el transporte público, el ánimo no decayó. Las autoridades recomendaron llegar temprano y disfrutar de la ciudad convertida, por una noche, en un gran altar viviente donde la tradición mexicana volvió a brillar entre risas y velas.

