Desde una escala en el Aeropuerto Internacional de Dubái, el senador Gerardo Fernández Noroña respondió a quienes cuestionaron su viaje a Medio Oriente, al que calificó como un acto de solidaridad con Palestina y de reflexión sobre la situación humanitaria en la región.
“Son muy miserables cuando dicen que no nos ocupamos de lo nuestro, pero además fueron nueve días, serán nueve días, de seis años como senador son nueve días, pero además pedí licencia...”, expresó el legislador.
Fernández Noroña aseguró que su visita no fue de placer: “Lo más cercano a una cosa turística fue ir al Santo Sepulcro, porque fuimos a un viaje de aprendizaje intenso sobre los poco más de los últimos 100 años de la historia del pueblo palestino, fue muy productivo”.
El morenista destacó que su viaje representó “un crecimiento, de conocimiento, de estudio de profundización, de sensibilización, importantísimo”.
Defiende su postura sobre Palestina y México
Durante su estancia en Amán, Jordania, y su paso por Palestina, Noroña reiteró su respaldo al pueblo palestino y al derecho a vivir en paz. Rechazó las acusaciones de que se desentiende de la violencia en México.
“Un niño, una niña en Palestina no merecen conmiseración, no merecen empatía, no merecen compasión… Por supuesto que duelen las desapariciones en México, la desesperación de quién está buscando a su familiar... Y todo lo que se planteó lo aprobamos”, afirmó.
El senador explicó que uno de los propósitos del viaje era promover la adopción de niños palestinos huérfanos, aunque reconoció que “ni se puede ni se debe, porque el propio pueblo palestino puede hacerse cargo si dejan de bombardear”.
“Vine a un viaje difícil, incierto”
Noroña subrayó que su desplazamiento no fue sencillo, pues Israel controla las fronteras y su entrada no estaba garantizada. “La verdad es que yo estoy tranquilo, vine a un viaje difícil, incierto, yo mismo no sabía si nos iban a dejar entrar”, declaró.
Antes de regresar a México, tras una escala en Barcelona, Fernández Noroña concluyó que su experiencia le permitió comprender con mayor profundidad el sufrimiento palestino y la importancia de la empatía internacional: “Quien tenga ojos para ver que vea… qué sentido tiene la comunidad internacional si no nos importa nada”.

