La electricidad se convirtió en el nuevo lujo de los hogares mexicanos. En octubre, los recibos de luz dieron un salto histórico que empujó la inflación y dejó a millones de familias con el bolsillo más apretado.
El fin del subsidio de verano, que durante meses alivió el gasto en regiones calurosas, se tradujo en un golpe directo al costo de vida en todo el país.
El golpe del recibo: fin del subsidio y precios al alza
El incremento más fuerte del mes vino de un lugar cotidiano: la electricidad. De acuerdo con el último reporte del INEGI, los precios de la luz aumentaron 17.65% solo en octubre. La razón fue la conclusión del programa de tarifas eléctricas de verano, un beneficio temporal que opera en 18 ciudades donde el calor extremo dispara el consumo energético.
Cuando el subsidio terminó, las tarifas regresaron a su nivel regular, y con ello llegó el aumento más severo de todo el año. En algunos hogares, la diferencia en el recibo superó los quinientos pesos respecto al mes anterior.
Estados más afectados
Los estados más golpeados por este ajuste fueron los del sureste, donde el uso del aire acondicionado es indispensable. Tabasco, Yucatán, Campeche, Nuevo León y Quintana Roo registraron los mayores incrementos en el índice de precios.
Ciudades como Villahermosa, Mérida o Cancún sintieron el impacto casi de inmediato, y no solo en los hogares: pequeños negocios, restaurantes y hoteles vieron cómo sus costos operativos se dispararon justo antes de la temporada alta de turismo.
Inflación que se disfraza
A simple vista, la inflación general parece bajo control: cerró en 3.57% anual, una cifra que suena moderada. Pero los economistas advierten que detrás de ese número hay una presión constante.
La llamada inflación subyacente, que refleja los precios más estables —como vivienda, servicios y productos procesados— subió 4.28%, superando incluso el promedio general.
Esto significa que, aunque algunos alimentos bajaron de precio temporalmente, los gastos que no se pueden evitar, como la renta, la luz o el transporte, siguen subiendo sin freno. En otras palabras: la inflación “real” que viven las familias es más alta que la que muestran los titulares.
Servicios, el otro dolor de cabeza
Los aumentos no se limitaron a la energía. Comer fuera de casa también resultó más caro. Las fondas, taquerías y restaurantes subieron sus precios entre 0.4% y 0.5% en el mes, mientras que los servicios turísticos encarecieron más de 8%. La vivienda, el gas y el agua también registraron incrementos sostenidos.
En contraste, los productos agropecuarios —frutas, verduras y algunos básicos como el huevo o el pollo— bajaron ligeramente, lo que ayudó a contener la inflación general. Pero esa baja, explican los analistas, es estacional y no representa un alivio duradero.
Una inflación que pega donde más duele
El aumento en la electricidad llega en un momento delicado: justo antes del invierno, cuando muchos hogares comienzan a gastar más en gas y calefacción. Además, afecta de forma desproporcionada a los sectores de menores ingresos, para quienes la canasta de consumo mínimo ya acumula una inflación de 3.61% anual, ligeramente por encima del promedio general.
El resultado es claro: el poder adquisitivo sigue erosionándose, y aunque los precios no se disparan como en años pasados, el costo de vivir en México se mantiene en una pendiente que no cede.
Perspectiva para fin de año
Los analistas anticipan que la presión de los servicios —especialmente electricidad, vivienda y alimentos procesados— mantendrá la inflación en niveles cercanos al 4% durante los próximos meses. Con el fin del subsidio eléctrico y los ajustes estacionales de tarifas, es probable que noviembre y diciembre sigan mostrando aumentos moderados, pero constantes.

