El retrato al óleo del senador Gerardo Fernández Noroña, adquirido con recursos públicos del Senado por un monto de 27 mil 840 pesos, abrió un nuevo debate sobre el uso de la iconografía institucional como herramienta de autopromoción política.
Más allá del gasto, la obra expone un vacío normativo en la Cámara Alta: no existe un criterio claro que determine cómo deben ser los retratos oficiales ni qué límites tienen los legisladores al intervenir en la memoria visual del recinto.
De acuerdo con una investigación del portal Emeequis, la Dirección General de Recursos Materiales y Servicios Generales confirmó, vía transparencia, que la pintura fue elaborada por la artista Aurora Argüello Gutiérrez, medida 40×50 centímetros y técnica óleo sobre tela.
El propio Noroña difundió la obra en una videocharla y destacó que decidió romper con el formato tradicional, en el que históricamente los expresidentes del Senado aparecen en una sobria pose de busto.
Pintura financiada por el pueblo
En su retrato, el legislador posa con camisa blanca y el pulgar levantado, un gesto recurrente en su comunicación pública y en sus actos políticos.
“Todos mis antecesores aparecen en una misma postura, de busto, pero yo decidí que mi cuadro fuera diferente”, declaró. También elogió a la pintora al afirmar que la ejecución le pareció “estupenda”.
La incorporación del cuadro en la Galería de Presidentes y Presidentas, ubicada en la Antigua Casona de Xicoténcatl, revive una discusión que especialistas han planteado desde hace años: los retratos institucionales, creados originalmente para documentar la historia del Senado, se han convertido en una extensión de la imagen personal de quienes ocupan el cargo.
La falta de lineamientos sobre costos, estilo, poses, criterios artísticos o límites simbólicos permite que la memoria visual del recinto dependa, en la práctica, del gusto personal de cada legislador. En este caso, el gesto característico de Noroña —su “pulgar arriba”— añade una carga de mensaje político dentro de un patrimonio financiado por el Estado.
Hasta el momento, la Mesa Directiva del Senado no ha emitido una postura oficial sobre la justificación del gasto ni sobre la pertinencia de que un legislador activo promueva una imagen personalizada dentro de la galería oficial. Se espera que en las próximas horas haya posicionamientos de distintos grupos parlamentarios.
Mientras tanto, la polémica no sólo gira en torno al monto desembolsado, sino al fondo del asunto: ¿está la estética del poder convirtiéndose en propaganda personal dentro de los espacios institucionales?

