A más de dos meses de la explosión en el Puente de la Concordia, que dejó una menor gravemente herida y causó la muerte de su abuela, el regreso de Jazlyn Azulet a México reavivó cuestionamientos sobre la falta de avances públicos en la investigación y en las responsabilidades institucionales del accidente.
La niña, de dos años, aterrizó este viernes en el Aeropuerto Internacional de Ciudad de México después de permanecer hospitalizada en el Shriners for Children en Galveston, Texas, donde fue tratada por quemaduras en el 25% de su cuerpo.
La Fundación Michou y Mau, encargada de coordinar su traslado y atención médica, confirmó el retorno de la menor y detalló que la familia fue llevada en ambulancia a su domicilio con apoyo de la Secretaría de Salud capitalina. Aunque la niña continuará con cuidados especializados, su llegada ocurre sin que las autoridades hayan informado públicamente sobre responsables, sanciones o medidas correctivas tras el siniestro provocado por la explosión de una pipa.

Abuela salvo vida de su nieta
El accidente también dejó la muerte de Alicia Matías Teodoro, abuela de Jazlyn, quien falleció el 12 de septiembre después de dos días en terapia intensiva. Su acto de protección salvó la vida de la menor, pero la tragedia no ha derivado en claridad sobre las fallas que permitieron el incidente ni sobre los protocolos de seguridad para el transporte de combustible en la zona.
Mientras la fundación anunció que seguirá reportando el estado de salud y tratamientos de la niña, persisten dudas sobre la supervisión del transporte de materiales peligrosos y las acciones que la autoridad ha tomado —o dejado de tomar— desde la explosión.
La familia agradeció la discreción de los medios, pero el caso vuelve a colocar bajo presión a instituciones locales, que no han ofrecido actualizaciones sustantivas sobre el proceso legal y administrativo relacionado con el hecho.

