Investigadores de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura (ESIA) Unidad Ticomán desarrollaron la Red Acelerométrica del Instituto Politécnico Nacional (RAIPN), una herramienta científica capaz de registrar y analizar en tiempo real el ruido sísmico ambiental para diferenciar la energía generada por microsismos de aquella originada por actividades humanas, como tránsito, construcción o maquinaria.
El sistema, creado por el coordinador del Programa de Ingeniería en Geofísica, Omar Chávez Hernández, y la estudiante Jazmín Olivos Villanueva, representa un avance relevante en el monitoreo sísmico urbano y forma parte de una estrategia institucional para fortalecer la prevención de desastres, en línea con las instrucciones de la presidenta Claudia Sheinbaum y de la Secretaría de Educación Pública.

Sensores que captan vibraciones en alta resolución
La RAIPN está integrada por ocho sensores Raspberry Shake 4D, equipos de alta sensibilidad que combinan un geófono vertical y un acelerómetro triaxial, lo que les permite registrar el movimiento del suelo en tres direcciones con gran detalle. Cada estación se instalará por un periodo de cinco meses para generar un flujo continuo de datos que permita identificar patrones vibratorios.
Uno de los sensores se encuentra en la ESIA Ticomán, que funge como nodo principal de la red.
Gracias a la plataforma ShakeNet, los usuarios pueden consultar los registros desde sus teléfonos celulares, lo que democratiza el acceso a la información sísmica y facilita el trabajo de monitoreo en tiempo real para instituciones de Protección Civil.

Detección fina entre vibraciones naturales y humanas
Chávez Hernández destacó que uno de los objetivos centrales es identificar cuánto del ruido sísmico proviene de la actividad humana, con el fin de generar mapas de prevención, detectar horarios críticos y evaluar la respuesta dinámica del terreno. Esta información es clave para el diseño de políticas de resiliencia urbana.
A nivel internacional, redes similares operan en Chile, Japón y Estados Unidos, donde han demostrado su utilidad para microzonificación sísmica, evaluación de estructuras y mejora de sistemas de alerta temprana.

Por su parte, Olivos Villanueva explicó que el ruido antropogénico puede enmascarar señales sísmicas importantes, por lo que distinguirlo del ruido natural es esencial para mejorar los modelos de vulnerabilidad estructural y fortalecer las estrategias de prevención de riesgo en ciudades densamente pobladas.
Con esta innovación, el IPN se suma a los esfuerzos globales por incorporar tecnologías accesibles y de alta resolución que permitan comprender mejor el comportamiento del suelo y mejorar la capacidad de respuesta ante fenómenos sísmicos.

