Nuevo León

Ana Eugenia Rodríguez: Entre la política, las “chicas Almodóvar” y Sasha Sökol

La primera regidora trans en el Gobierno de Monterrey acepta que a pesar de su posición de poder aún siente miedo de caminar por las calles o realizar actividades tan simples como ir al mercado, porque la sociedad sigue sin estar lista para aceptar a mujeres como ella por falta de conocimiento y empatía

Las aspiraciones políticas de Ana Eugenia Rodríguez no terminan en una regiduría... ¡aspira a mucho más!
Las aspiraciones políticas de Ana Eugenia Rodríguez no terminan en una regiduría... ¡aspira a mucho más!

Ana Eugenia Rodríguez sale de su oficina en el Palacio Municipal de Monterrey cinco minutos antes de la hora pactada. Trae un legajo en la mano con algunos documentos que, ocasionalmente, revisa. Invita a pasar a la Sala de Cabildo para la entrevista con Publimetro.

“¡Hola!”, saluda y conduce al lugar.

“Esta puerta siempre está cerrada”, comenta y señala que debemos rodear para entrar al salón.

Te puede interesar: El 1-J votaron más de tres mil personas trans y transgénero en el país

Tiene dos semanas enferma de la garganta.

“Siempre he tenido la voz así, delgadita, pero ya tengo 15 días muy malita”.

Pero eso no le impide hablar, a veces con pasión, otras con fuerza sobre lo que es ser una mujer trans haciendo política en una ciudad como Monterrey.

Invita a sentarse. Da un sorbo a un vaso con agua y sonríe. Su actitud es: “¡Estoy lista!”.

¿Qué tan difícil es, para una mujer trans, hacer política en esta ciudad?

—¡En un estado, en un país! Es muy, muy difícil porque sabes de antemano que las personas que te lo niegan son personas que ni siquiera saben que no tienes estos derechos. Cuando me dicen “tú no” o cuando viene la discriminación y la violencia ni siquiera saben que no tenemos los mismos derechos.

Yo creo que si partiéramos de la información de lo que es la vida trans en la sociedad o en el mundo dejaríamos atrás esta diferencia y desde la empatía aprenderíamos a respetar, al menos, porque yo no necesito que me validen ni me quieran, ¡quiero que todos me respeten en igualdad como yo respeto a un hombre o a una mujer!

¿Cómo se interesó usted en hacer política?

—Mmm... el interés es genuino por la falta de derechos, por la exigencia desde el activismo. Primero estuve como activista varios años. Al ver que mis derechos son vulnerados como mujer trans en el estado en el que vivo, en el que estudié... en el que estaban mi sueños de una mejor vida, de una vida digna. De ahí parte, de la lucha en el activismo, por alcanzar esta igualdad de derechos o la dignificación de mis derechos como mujer trans.

Hábleme de su paso por el activismo y después llegar a la política...

—Primero, informándote de dónde viene el origen de la negación de los derechos y te das cuenta de que es desde el gobierno, del Estado, ¡de la política! Porque en Nuevo León a las personas trans se nos negaron nuestros derechos... nuestro derecho a la identidad... a la no discriminación... y ahí te das cuenta de que tienes que incidir y cuando llega la oportunidad tienes que decir “¡sí!”.

Al entrar directamente en la política, señaló, dio un paso adelante para ver por qué estaban atoradas las iniciativas y por qué no había representatividad y por qué no avanzaba la solución a las problemáticas que afectaban la vida diaria de una mujer trans.

¿Cuáles son sus estudios?

—No estudié Política ni Leyes, yo estudié Comunicación y viví muchos años dentro de ese mundo; hice dos carreras, una licenciatura y una técnica y gracias a la Comunicación llegué de rebote a la vida de quien me trajo a la Política y cuando llegó la oportunidad dije “sí” por la necesidad de lo que te cuento y por la confianza en esta persona.

¿Hay desconocimiento de la gente sobre las personas trans?

—¡Sí! No conocemos el tema, pero nos encanta estar chingándole a las personas trans.

Y en ese estar chingándole a las personas trans, ¿qué placer encuentra la gente?

—Creo que es una construcción social aprendida; nadie nació odiando. Los seremos humanos no nacimos con un chip de odio hacia nadie por ninguna causa, ni política o deportiva. Todo es una construcción social aprendida y nos cuesta mucho aprender que tenemos que deconstruir algo que normativamente nos da poder.

Creció rodeada de gente mayor con la que encontraba más afinidad que con los niños.
Creció rodeada de gente mayor con la que encontraba más afinidad que con los niños.

Humillar, amedrentar a una persona solamente por ser quien es nos da poder, nos hace sentir superiores.

Las personas trans, las personas afrodescendientes, los migrantes no pedimos nacer en estas condiciones. No pedimos nacer en este mundo en el que la sociedad no está preparada para recibirnos o para incluirnos en la repartición de una vida libre de violencia.

¿Es posible aprender a respetar?

—Sí, es posible. Lo mínimo que podemos hacer es respetar y conceder a los que son diferentes la legitimidad de la igualdad de derechos.

Pero se han dado pasos, por ejemplo, el hecho de que ahora Miss Universo permita la participación de mujeres trans, es un logro.

—Es cierto, aunque este es el ejemplo que menos me gusta porque también es un concurso machista en el que tienes que ser operada y sacrificar cosas, incluso las mujeres biológicas, para llegar ahí.

Pero la lucha del activismo trans ha dado pasos muy grandes hacia lograr esta igualdad de derechos. Un ejemplo soy yo, soy la primera persona trans que llega a un puesto de servicio público en la historia del Gobierno de Nuevo León, esto es un avance porque antes de mi hubo muchas activistas que por décadas tuvieron acceso a levantar la voz para que pudiéramos ingresar a diferentes espacios como el que yo ocupo hoy.

Por supuesto que es un avance, pero no es suficiente porque todavía no tenemos el reconocimiento a nuestros derechos.

¿Qué representa para usted ser la primera mujer trans en el Gobierno de Monterrey?

—Representa, primero que nada, abrir una puerta o sentarte en un espacio en el que nunca estuvimos invitadas. Yo puedo ver que en este Cabildo hay casi 40 sillas en donde hay hombres y mujeres que por años iban y venían.

En mi caso no había ninguna persona trans, no había un precedente. No sé si haya después de mí, espero que sí.

Está sentando un precedente histórico...

—Sí, para que otras personas trans vean que se puede llegar, que no nada más vean lo que yo vi a mi edad y ¡peor aún antes de! Yo no tuve, de niña, un referente trans en quien basarme o a quien imitar o qué pasos seguir.

Yo tuve admiración por mujeres cisgénero. Más allá de que estoy tratando de trabajar para hacer las cosas bien, el simple hecho de que exista Ana Eugenia Rodríguez en la escena política de Nuevo León y de México representa la oportunidad de cambiar la narrativa de muchas personas trans en cuanto a construir sueños y aspiraciones.

¿Usted considera que está cambiando la historia política en Nuevo León?

—No, por más ganas que le eche, no voy a cambiar la historia de la política en Nuevo León con respecto a los derechos de la comunidad trans. No me da ni en atribuciones ni en tiempo, pero sí voy a dejar un precedente que muchas generaciones no tuvieron.

¿Se han acercado a usted niñas trans en busca de consejo o apoyo?

—¡Sí y eso me emociona muchísimo! Por ejemplo, una niña de Nuevo León y dos de otros estados, desde que yo estoy acá han ido a rectificar su nombre y se ponen Ana Eugenia por mí. ¡Yo hubiera querido tener una Ana Eugenia a los 11 años y que marcara mi vida en lo que yo quería ser: visible, aceptar los retos más allá del miedo que me da salir a la calle por ser trans!

A pesar de su situación de poder, ¿usted todavía tiene miedos?

—¡Claro!, todo el tiempo. Acabo de ir al mercado a comprar frutas y verduras y recibí un montón de insultos. No cambia, no me va a dar la vida o la administración para cambiar la historia violenta y antiderechos que tenemos las personas trans, solamente me está dando la oportunidad de ser un referente, ser visible y alzar la voz.

Claro que yo todos los días salgo de mi casa y camino al trabajo o, a veces, estoy en un lugar y escucho comentarios y esto te da miedo porque no estás haciendo nada malo, simplemente estás siendo tú, visible en un espacio que no está construido para ti porque no eres esta persona “heteronormal” que acostumbramos ver en los espacios públicos.

Recuerdo las violencias cuando estaba en la prepa y sigue el miedo latente a que yo pueda ser la siguiente víctima mujer trans violentada, golpeada, asesinada o desaparecida.

Y es terrible porque ni siquiera está tipificado en el Código Penal de Nuevo León el delito de transfeminicidio. Si a mí me matan no voy a generar un indicador de alerta de género violento. Voy a pasar a ser un indicador de una persona... un hombre, tal vez, un homicidio o como ya mi nombre está rectificado tal vez voy a ser un feminicidio con un amarillismo impresionante por mis características físicas. ¡Es terrible! Estamos sobreviviendo en un sistema no creado para nosotras, está creado para que no pertenezcamos.

Cuando usted decidió dar este paso, esta transición, ¿qué fue lo primero que le vino a la mente?

—¡Sasha Sökol! (Risas) ¡Yo quería ser Sasha Sökol! Yo fui una niña muy precoz y mentalmente muy inquieta desde muy chica y estuve rodeada de gente que todo el tiempo estudiaba y leía. Mi abuelito era director de la orquesta del Casino Monterrey; era músico. Y mi papá era periodista.

Entonces había una serie de elementos que a mí me ponían a despertar mi mente, no al nivel de una niña de 3 o 4 años, sino de estar arropada por gente adulta y yo cuestionarme mi pertenencia.

Los niños me parecían violentos; yo prefería estar con mi abuelito y leyendo el periódico con mi papá que jugar con los niños. Yo sabía que algo no estaba bien, pero a los 4 años no tienes acceso a un libro que te hable de la transexualidad ¡y menos tu familia te lo iba a permitir! Tengo una familia bastante conservadora y con una ignorancia total en el tema, y no estoy hablando mal.

Tampoco había mucha información...

—¡Exacto! No teníamos acceso a un personaje que hablara de lo que es la vida de una mujer trans, no había información en ninguna parte. Creces sabiendo que está sucediendo algo, pero no sabes exactamente que estás transicionando o qué quieres ser porque incluso tú misma lo ves mal.

La transición, en mi caso, vino de la mano de una niña muy despierta que podía cantar y escuchar una música de orquesta y cantar con una voz muy aguda... mi voz siempre ha sido muy delgadita ¡y ni siquiera tengo “manzana”!

Mi posición en la vida era como una persona rara. Yo no me veía que estaba pareciéndome a los niños pero tampoco me quería parecer a las niñas; tampoco me gustaban los adultos, pero me gustaba las cosas que hacían los adultos porque las encontraba más entretenidas que los juegos violentos de los niños.

Aprendí a leer a los 4 años... ¡ya me voy a parecer a Martha Higareda que habló a los 2 años! (risas)

¿Se llegó a sentir excluida en la escuela?

—Desde luego, pero más que por ser una niña trans por ser una niña muy lista. A los 11 años entendí perfectamente por qué era “rara”.

¿En qué momento se dio cuenta de que era una niña transexual?

—Dije: “No soy rara, soy trans”... viendo películas de Pedro Almodóvar y escuchando historias de las españolas Victoria Abril y Bibiana Fernández y entonces descubrí que me parecía más a este personaje que ridiculizaba Victoria Abril en las películas que a Sasha Sökol porque ella era una niña cisgénero que no me representaba tanto, únicamente en cierto gusto físico o musical.

Y creces con una desinformación total hasta que las mismas chicas de la calle, de trabajo sexual en las que encuentras como la “manada trans”, son las que te dicen: “Tú no eres un niño afeminado, tú eres una niña trans” y dices: “Ahora empieza mi punto de partida” y empiezo a transicionar, como a los 13 años.

¿Qué tan apegada está la mujer trans de la película de Pedro Almodóvar con la mujer trans de la vida real?

—Depende porque hay varios (personajes). Creo que los personajes que había en las cintas de Pedro Almodóvar y por la época estaban representando a la mujer trans de esta época. Hasta mi adolescencia yo no conocía otro tipo de ser trans más que trabajo sexual y transformismo. Y esas son las que salían en las películas: La trabajadora sexual, Bibiana Fernández, con unas “bubis” divinas...

Y entonces piensas: No es como parecida a mí... sigo pareciéndome a Sasha Sökol que no tiene un cuerpo tan exuberante, pero esta (Bibiana) es trans como yo.

Nunca quise ser mujer trans como la de las películas de Pedro, pero era lo había para tener información sobre lo que yo era...

¿Usted es feliz... está trabajando en ello... no ha llegado, va a llegar?

—La felicidad es ambigua. Yo tuve momentos felices escuchando a mi abuelito tocar en la orquesta porque era mi ídolo. Fui feliz viendo a muchos futbolistas porque me gusta mucho el futbol, empezar a conocerlos era como magia.

Ser trans no es ser feliz o infeliz. Obviamente la negación a mis derechos y la violencia me provocan sentimientos de frustración y de tristeza. Pero claro que he sido una niña trans muy feliz en algunos momentos de mi vida...

La regidora todavía siente miedo al salir a la calle por la reacción de la gente.
La regidora todavía siente miedo al salir a la calle por la reacción de la gente.

emocionalmente cuando tuve una pareja, cuando estoy con mis amigas, cuando estoy con mis hermanas trans, cuando estuve en el colegio en el equipo de futbol, cuando estoy con mis compañeros en la regiduría, con gente que quiero.

La felicidad es muy ambigua en el sentido de que no es el hecho de ser trans. Sí son más los momentos incómodos porque existe discriminación y violencia que no todos los géneros padecen, pero creo que ahora soy una mujer completa y soy una mujer que todavía le falta mucho camino por recorrer... no sé si en la política o en la comunicación o en un vida matrimonial.

¿Se visualiza como alcaldesa... gobernadora?

—¡Sería mágico!, ¡sería muy bueno! Ahora soy la primera regidora trans y nunca imaginé que estaría aquí y creo que mis amigos de toda la vida tampoco se imaginaban.

¿Por qué no soñar con avanzar? No sé si como alcaldesa, gobernadora, diputada local, diputada federal, senadora ¡presidenta!.. no sé, pero sí sé que quiero continuar.

Te puede interesar: Mujer transgénero es contratada como doctora en hospital paquistaní

Sí me veo en una posición de toma de decisiones por mucho tiempo porque representa un trabajo que necesita la ciudadanía general.

DV Player placeholder

Tags


Lo Último