Tras los hechos ocurridos el 18 de octubre, cuando una joven fue desalojada del Metro, empujada por el resto de los pasajeros, Metrorrey explicó que por la gran afluencia de viajantes, se tomó la decisión operativa de convertir el vagón rosa en uno de uso mixto.
Los hechos ocurrieron en la Estación Y Griega de la Línea 1. Una chica se quejó de que hombres estaban ingresando al vagón y amagó con jalar la palanca de pánico para que el convoy no avanzara hasta que los pasajeros masculinos bajaran.
“Era un convoy extra que se incorporó debido a la alta afluencia presentada y motivo por la cual, operativamente se tomó la decisión de que todos los vehículos del tren fueran de uso mixto, de acuerdo a lo establecido en el Manual Interno para la Prevención y Atención del Acoso, Hostigamiento y Violencia Sexual en el Sistema de Transporte Colectivo Metrorrey”, explicó Metrorrey.
Dado el suceso, agregó, se inició comunicación con el Instituto Estatal de las Mujeres (IEM) para asesoría en mejora de la prevención.
“Así como que se actúe de acuerdo con lo establecido en el manual mencionado. Hay que encontrar que, hasta ahora, estos casos son la excepción y no la regla en el vehículo preferente”.
Como primer punto, se acordó el reforzamiento de la capacitación del personal de Metrorrey en el tema.
“En paralelo, a petición del Instituto Estatal de las Mujeres, trabajamos en conjunto para incorporar la perspectiva de género en la encuesta anual de calidad en el servicio público de transporte”.
¿Qué pasó?
Usuarios del Metro de Monterrey le hicieron “montón” a una pasajera y al grito de”¡que la bajen, que la bajen!”, y a empujones la desalojarla de uno de los vagones.
Presuntamente la joven se molestó porque, por el exceso de pasajeros tras un partido de fútbol, los vagones rosas, dedicados exclusivamente al sexo femenino, niños y personas con discapacidad, se llenaron de hombres y también de mujeres.
Al ver que personas del sexo masculino estaban ingresando al furgón, la chica amenazó con jalar la palanca de pánico lo que provocó el enojo del resto de los pasajeros que exigían al conductor del Metro que pusiera el convoy en marcha.
Ella, aferrada a la palanca, se resistía a abandonar el servicio de transporte mientras el resto de las personas gritaban “¡que la bajen, que la bajen!”.
Lo que probablemente menos esperaba es que fueran otras mujeres las que, haciendo uso de fuerza, la empujaran hacia afuera del vagón.

