En los últimos tres años del gobierno morenista, el presidente y su partido han generado más problemas que soluciones y provocando mayor pobreza, sufrimiento e incertidumbre en la vida de los mexicanos.
En el más reciente intento por incrementar su control sobre la vida de los ciudadanos presentaron una reforma a la Constitución en materia de energía que propone concentrar toda la capacidad en la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y desaparecer la oportunidad actual que tienen los privados de competir o proveer electricidad.
Esencialmente, lo que propone el Ejecutivo es convertir a la CFE en el único organismo regulador de la energía del país y en el proveedor del 54% de todo el mercado. Por supuesto esto significa que los privados desaparecen y con ellos la competitividad de nuestra industria nacional, la tecnología y desarrollo que generan, así como la inversión que entra a México.
Este proyecto de reforma también sería una catástrofe medioambiental y aprobarla sería el robo más cínico y cruel del futuro de nuestros jóvenes pues, como es bien sabido, la CFE genera electricidad con combustibles fósiles y el presidente está obsesionado con el petróleo y la refinería de Dos Bocas.
En la propuesta también se eliminan los Certificados de Energía Limpia (CEL) que sirven para incentivar la generación a partir de fuentes renovables y sin estos se vuelve imposible que México cumpla sus compromisos plasmados en el Acuerdo de París.
Además, México no solamente estaría incumpliendo con tratados internacionales que buscan proteger el medio ambiente, sino también los de tipo comercial como el T-MEC. El impedir la competencia por entregarle un monopolio estatal a la CFE sería una brutal violación de nuestro tratado con América del Norte y sin duda implicaría un conflicto en cortes internacionales, afectaría la confianza de los