El difícil manejo de la angustia y el miedo

Los seres humanos, cuando nos enfrentamos a situaciones y circunstancias cuyo manejo escapa de nuestras manos, por lo regular reaccionamos de manera adversa más allá de nuestra inteligencia emocional y grado de madurez. Y es que, por más que creamos y aseguremos que nuestro carácter se forjó en la adversidad y que somos a prueba de balas, por decirlo coloquialmente, la realidad es que cuando nos vemos cara a cara con las malas (las verdaderamente malas) noticias, siempre hacen acto de presencia la angustia, la incertidumbre y el miedo.

Y no, de ninguna manera se trata de poner bajo el reflector o hacer escarnio de aquellas personas que ante situaciones adversas fácilmente se rompen a pesar de que en el día a día presumen ser individuos equilibrados y ecuánimes. No sé ustedes, queridos lectores, pero yo no conozco a ningún ser humano, hombre o mujer, que no sea presa del pánico cuando le llega el momento de recibir terribles noticias: El diagnóstico de una enfermedad mortal, el fallecimiento de un ser amado, la pérdida del empleo o del patrimonio… el etcétera es kilométrico.

Por principio de cuentas, no es un defecto y mucho menos es malo que las personas seamos vulnerables. Eso sólo quiere decir algo muy valioso y no me gustaría que se entendiera como un cliché: Todos, absolutamente todos somos de carne y hueso, somos seres empáticos e indefectiblemente a diario surgen circunstancias en nuestro entorno que nos afectan de manera tremenda. Esa es una parte muy importante de los seres emocionales. Tener corazón, generar sentimientos y apegos, valorar aquello que nos provoca bienestar, y sentir amor es lo más natural y lo más humano que existe.

Sin embargo, cuando nos toca pasar por situaciones altamente traumáticas siempre nos estamos cuestionando lo mal que manejamos nuestras situaciones y el poco enfoque con el que procedemos en nuestras acciones cuando estamos bajo mucha presión. ¿Cómo hacer para no llorar?, ¿qué hacemos para no sentir miedo?, ¿qué requerimos para ser un poco más ecuánimes y balanceados en instantes de suma dificultad? Ciertamente, se trata de interrogantes cuyas respuestas son sumamente difíciles de obtener a botepronto.

Podemos empezar, si me permiten hacerles una sugerencia, con cuestiones muy elementales: Hacer ejercicios de respiración; desconectarnos momentáneamente de la coyuntura que nos afecta e intentar pensar en cómo nos podemos convertir en solución y no en problema; si tenemos pareja (esposo, esposa, novio, novia…) y sí ésta suele ser más tolerante ante situaciones adversas, podemos intentar imitar su comportamiento; también funciona platicar, exteriorizar de forma mesurada nuestra enorme preocupación y compartir nuestros sentimientos.

Hay que intentar sonreír y de verle lo positivo a las situaciones, aunque cueste trabajo. Pero, definitivamente, lo primero que debemos amputar de nuestro estado de ánimo es el miedo y el pesimismo.

Y, por supuesto que si nos reconocemos como individuos histéricos, también es muy válido que solicitemos ayuda profesional. El manejo de las emociones es cosa compleja y muchos de nosotros no podemos solos con esta sensible tarea. La psicología, la psicoterapia, el psicoanálisis, la meditación, la yoga, los grupos de ayuda… ¡todo sirve! No hay razón para permitir que el dolor, el miedo y la incertidumbre manejen nuestras emociones y nuestras situaciones. La madurez y el equilibrio no se alcanzan por arte de magia. Son procesos sumamente delicados que merecen ser tomados con total seriedad. No sientas vergüenza en reconocerte como una persona vulnerables.

Y no olviden que todos los sábados a la medianoche los espero en su programa “Exclusivo Para Hombres”, que se transmite por Telefórmula (por favor chequen su sistema de cable predilecto para verificar la nomenclatura de los canales).

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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