Opinión

El nido vacío

Foto: Arte Nate Hinojosa

Por Norma Magaña

Llega al día en q ya no hay prisas, planes escolares, exámenes, permisos, salidas nocturnas, la mesa generosa en comentarios, la sala llena de los amigos... el nido ha quedado vacío.

Los hijos han volado, han salido de verano y deciden no volver, o eligen estudiar fuera o se emparejan, o se casan... las posibilidades son infinitas; tienen sueños propios, anhelos, y sus alas urgentes emprenden el vuelo.

La reacción de ambos progenitores puede ser tan similar como opuesta: orgullo, sorpresa, alegría, enojo, dolor… la gama de emociones y sentimientos es diversa y colorida.

En mi caso fueron sentimientos encontrados, alegría, gozo y orgullo por su valentía para emprender el vuelo en medio de la pandemia, de la atroz crisis económica que atraviesa el país.

Añoranza al asomarme a su habitación, nostalgia al preparar comida sólo para mí, sin sus rudas y amorosas bromas, sin sus carcajadas cimbrando nuestro espacio, ni sus gritos espontáneos en su peculiar lenguaje, que rompían la monotonía del día…

Si, la extraño, a veces tanto que duele el orden, el silencio, el tiempo que sobra, el refrigerador y la despensa sosegados, la serie a solas, la sensación de abandono me invade, las lágrimas me ahogan, la siento lejos… me dejo llevar por esa sensación la vivo, la respiro, la lloro, me derrumbo minutos que parecen interminables… poco a poco empiezo a inspirar con algo de calma, cada vez más profundo, la paz empieza a colarse por mi nariz, en cada respiración profunda va ocupando mi cuerpo, mi mente e inunda mi alma…

Agradezco haberla tenido este tiempo conmigo, compartiendo: podcast, cursos, conferencias, contenidos de interés común y de desarrollo personal, recetas de cocina, salidas al cine, a comer, hasta diseño y confección de varios artículos … me doy cuenta de todo lo que crecimos, aprendimos, sanamos con ésta bendita pandemia, conversaciones interminables, lecturas compartidas, confidencias, netas divinas que al fin nos brindaron la posibilidad de ser libres, amorosas, honestas, íntegras, independientes y a la vez tan cercanas!

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Hilamos fino los últimos 19 meses, tejimos un lazo fuerte, puro e indestructible, constituido de hilos llenos de color, textura, grosores, materiales.

Veo sus pinceles, botes de pintura, lienzos… me siento cobijada al pasear mi mirada por las paredes: sus obras me acompañan, ahí plasmó su sentir, su esencia, su amor, su pasión, sus ganas de vivir, sanar, ser libre.

Me vuelvo hacia mí, yo también plasmo en papel, vocablos, sentimientos, emociones, vivencias, ese es mi arte, en la escritura me vuelco, me vacío, reflexiono, medito, perdono, me reconozco, me lleno y agradezco las posibilidades infinitas de tejer con las palabras lo que mi alma siente.

Transité y describo un proceso de duelo, que también se experimenta por pérdidas, no muerte, como divorcio, cambio de ciudad o país, despido laboral, ruptura familiar, enfermedad… que de no atenderse con apoyo terapéutico, en casos extremos, podría derivar en ansiedad, depresión, conductas compulsivas, u otros síntomas.

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