Genera tus propias expectativas

Desde nuestro nacimiento y hasta que nos vamos a la tumba, los seres humanos somos víctimas de las expectativas que los demás crean en torno a nosotros. Durante nuestra infancia son nuestros padres (e incluso nuestros abuelos) quienes nos endosan todos esos sueños que no pudieron concretar; ya entrados en la adolescencia y en plena juventud, son las presiones sociales y un muy mal entendido sentido de pertenencia, porque anhelamos encajar y ser aceptados pero no sabemos cómo, los que se encargan de hacernos la vida de cuadritos y provocarnos cicatrices indelebles.

Y, para concluir, en nuestros días como adultos, pasamos la mayor parte del tiempo tomando decisiones para satisfacer a quienes nos rodean o simplemente “para quedar bien” con los demás.

¿Alguna vez se han preguntado, queridos lectores, porque muchos de ustedes tomaron lecciones de karate cuando lo que en verdad anhelaban era jugar fútbol americano? o ¿por qué estudiaron y mal ejercen la abogacía cuando lo que en realidad deseaban hacer era tener una clínica veterinaria para poder curar animalitos enfermos? La respuesta es simple: Porque permitieron que alguien más decidiera por ustedes y acabaron viviendo sus vidas en base a las expectativas de otros.

Por principio de cuenta tenemos que entender qué es una expectativa y ésta no es más que la posibilidad razonable de que un acontecimiento ocurra. Por lo tanto, las expectativas personales son endémicas de todos los seres humanos, porque a través del desarrollo de nuestras distintas capacidades (principalmente la del raciocinio) podemos desarrollar ciertas habilidades que nos permiten mejorar nuestra condición individual, ya sea de manera profesional, intelectual, sociocultural, etcétera. Así las cosas, debemos considerar que existen expectativas normativas, predictivas, ideales y alcanzables, y que todas estas pueden ser individualizadas o colectivizadas.

Vivir con expectativas es lo más común del mundo. Sin embargo, cuando éstas no son reales o aterrizadas nos pueden afectar profundamente en lo emocional, porque al estar esperando a diario que sucedan cosas tal y como las deseamos, cuando no ocurren así van minando nuestra fortaleza mental y espiritual, además de que nos empujan a vivir de forma permanente en el estrés y el desasosiego.

Hay que ser fuertes para aceptar y asimilar que las expectativas a veces pueden concretarse y a otras no, por lo que es sumamente importante que para todo consideremos contar con un plan “B”.

Ahora bien, en contrasentido también tenemos y debemos desarrollar al máximo todas nuestras capacidades emocionales para que nadie quien desee influenciar nuestros pensamientos, planes y accesiones pueda afectar el curso de cualquiera de nuestros planes, porque la consecuencia natural de ejecutar adecuadamente un plan deriva en un resultado que al imaginarlo genera cierto tipo de expectativa en todos nosotros. Así que es sumamente importante que todo aquello que hagamos lo realicemos por nosotros y para nosotros.

Nadie tiene derecho a intervenir en nuestros planes y mucho menos a decidir en nuestras vidas. Permitir que alguien nos endose sus expectativas para que pueda aliviar sus frustraciones y que a través de su influencia nosotros trabajemos, desarrollemos y logremos lo que ellos en su momento no pudieron, no nos acarreará ningún tipo de satisfacción genuina.

Todos nuestros aciertos, todos nuestros errores y todo nuestro aprendizaje nos deben pertenecer sólo a nosotros y a nadie más. No vivas en torno a las expectativas de los demás.

Los posibles y los imposibles sólo dependen de ti.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

Tags

Lo Último

Te recomendamos