Desde hace mucho tiempo vivimos una crisis muy grave de inseguridad que, lamentablemente, lejos de atenderse con eficiencia y de raíz, se ha recrudecido, propiciando que las zonas de la República Mexicana que se caracterizaban por su paz social empiecen a tener despuntes de violencia de mucho cuidado que afectan a la industria que deja más recursos para el país como lo es el turismo.
Los episodios de homicidios en Quintana Roo, en Yucatán y en otras entidades que se vanagloriaban de tener bajos índices delictivos lamentablemente hoy se han considerado como un foco rojo no sólo dentro del país sino en la percepción que damos hacia fuera, lo que propicia que se recomiende no viajar a México porque cualquier persona puede ser víctima de este tipo de actos lamentables.
Tristemente, lejos de tener una reacción clara, se oculta la información y se revictimiza a las personas, acusándolas de pertenecer al crimen organizado para, de alguna manera, paliar las consecuencias y tener un rasero diferente para atender sus muertes. Lo que es real es que, aún siendo parte del crimen organizado, cualquier vida debe ser salvada en un Estado de Derecho, en el que debe mediar la investigación, la prevención del delito y una estrategia de seguridad que permita colaboración internacional.
Quizá este es el punto más álgido que hemos vivido en nuestro país en materia de violencia, sin embargo, mientras estamos leyendo esto es muy seguro que los índices se sigan disparando en varias regiones, de tal manera que cada día que pasa es el más violento del que se tenga registro en un país donde las autoridades prometieron revertir esta crisis con abrazos sin que los resultados sean tangibles lo que propicia que sigamos viendo muertes de inocentes en las calles ante la indiferencia de quienes encabezan las áreas de seguridad y persecución del delito en un lastimado México.
Esto no es lo que se prometió al pueblo de México. Un pueblo que está sufriendo una inflación bárbara y que ya tampoco tiene la confianza de salir a ganarse el sustento de sus familias a las calles porque están infestadas del virus de la inseguridad teniendo como respuesta discursos jocosos que en nada ayudan a dar un mejor futuro a las familias mexicanas.