¡A Dios! Por la vida, por la creación. A la inteligencia suprema que ordena y acomoda todo en un perfecto modelo de sincronías matemáticas, geométricas y cuánticas. ¡A este planeta! Sublime esfera azul, por permitirme venir en este tiempo a explorar esta realidad, a vivir en carne y hueso el proceso de ser humano.
¡A mi clan! A mi familia, a mi árbol sagrado, con quienes comparto y de quienes viene mi ADN. ¡A mi tribu del alma! A los amigos entrañables, a los compañeros del camino, a los mensajeros del destino. ¡A los amores!
Los inolvidables, mágicos, posibles, imposibles, intensos o pacíficos, profundos o superfluos, apasionados o serenos, locos o cuerdos, tóxicos o sanadores, a todos, todos los amores que son maestros de vida en cualquiera de sus formas. ¡A mi público! Al mejor público del mundo, como lo he dicho siempre.
A todas y cada una de las personas que estuvieron pendientes de mi salud, enviándome mensajes de aliento y solidaridad, a quienes lo hicieron por medio de las redes sociales, a quienes elevaron una oración y a quienes me tendieron una mano. ¡A los médicos! Con la enorme capacidad que les asiste para sondear, escudriñar, saber, y llegar al diagnóstico adecuado.
A quienes nacieron para sanar. A quienes nacieron para recordar y despertar a los demás. A quienes nacieron para ofrecer su Ser en todo lo que hacen. ¡A mi trabajo! Que es mi pasión, mi vocación, y mi sentido de dirección. A cada reto, a cada lección, a cada obstáculo. ¡A mis no tan amigos! Porque ellos me proveen de la lija con la que se pulen los bordes que ya no necesito.
¡A la salud! Porque sin ella, lo demás pierde importancia; y porque es la gran aleccionadora para todo y para todos. A cada ciclo que se cierra, por todos los que se abren. A la vida que es infinita. A esta experiencia material con todo lo que contiene, con todo lo que llega y se va, con todo lo que da y quita, con todo lo que sacude y arrulla, con todo lo que empuja y sostiene, con todo, absolutamente todo.
¡GRACIAS! Infinitas, incontables, inmedibles, incansables ¡GRACIAS! Porque “si allá arriba así lo deciden” nos seguiremos escuchando, viendo, estrechando, enriqueciendo, queriendo y aportando, unos a otros. Mi leal público de oro, en la más grande gratitud para todas las personas que rodean mi existencia: que haya amor, verdad, belleza, confianza, armonía y paz, siempre, en sus vidas, y para toda la vida en todas partes. ¡GRACIAS!