No todavía

FOTO: MOISÉS PABLO/CUARTOSCURO.COM

Saber estar a tiempo, no antes y no después, es una forma de resolver problemas a partir de la inteligencia. Las soluciones siempre están sujetas al cálculo de muchas variables y la temporalidad correcta en la que se aplican determinan su éxito o su fracaso.

Justo podríamos estar en el momento en el que esta pandemia inicia su final o puede convertirse en el preludio de una ola más a la que seguirán varias. Si como sociedad nos organizamos para aplicar medidas adecuadas, aseguraremos una nueva etapa en esta emergencia y avanzaremos para estar preparados si se presentan situaciones similares.

Los recientes anuncios en Estados Unidos y en varios países de Europa para flexibilizar el uso de cubrebocas y la concentración de personas, entre otras medidas, no debe engañarnos. Es cierto que los casos activos bajan rápidamente, al igual que las hospitalizaciones y la mortalidad, pero todavía es pronto para descuidar la sana distancia y las acciones de prevención.

De acuerdo con los reportes de las autoridades de salud y de varias instituciones científicas estamos entrando a un periodo de convivencia con el virus que pude derivar en menores riesgos si llegamos a contraerlo, pero que de ninguna forma significa que éste desaparece o disminuye el riesgo de provocar la enfermedad que ha afectado a millones.

Tratemos de no olvidar que apenas hace unas semanas estábamos en una etapa de gran ansiedad porque los contagios se habían acelerado y nuestra percepción nos hacía creer (con cierto fundamento) que el virus ser acercaba peligrosamente a nuestra puerta ante la cercanía de personas que resultaban positivos.

Pasado el tiempo de recuperación, con las secuelas que conocemos, sentiríamos que esta variante no es tan peligrosa, que es verdad, aunque no en todos los casos. Diariamente tenemos decesos por Covid-19 y es muy importante que hagamos lo que nos toca para que no haya ni uno más. Es nuestro deber y nuestra aportación si queremos superar estos dos años de pandemia.

El momento exacto en el que estaremos plenamente en una nueva realidad tendrá que se determinado por las autoridades y los expertos, a nosotros nos corresponde colaborar y llevar a cabo cualquier recomendación que ayude. Lanzar al cielo los cubrebocas solo porque el peligro es menor podría traernos de regreso a una ola que cobraría vidas valiosas y enfermaría a personas que de otra forma estarían a salvo.

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A pesar de que la ciencia se ha volcado en acelerar la conclusión de esta pandemia, todavía sabemos poco del virus, de sus consecuencias y de la forma en que realmente nos afecta por grupo de edad, condición económica, género y comorbilidades. Revelar la naturaleza del virus tardará algunos años y no es seguro que en ese lapso cualquier otra variante o virus nuevo surja.

Por eso la higiene, la prevención al enfermarnos de cualquier mal viral y la oportunidad de hacer nuestras labores aislados son comportamientos que deben volverse hábitos en lo profesional y en lo personal. Los tiempos en que podíamos ir de un lado al otro contagiando a muchas personas porque la vida tenía que seguir y no era para tanto se terminaron.

Cuidarnos y cuidar a los demás debe ser una práctica de civismo y de empatía. Quien no siga esos dos principios tendría que recibir el mismo trato social que puede tener, por ejemplo, una o un fumador en un lugar cerrado.

Sin embargo, la política de convencimiento, de no imposición de reglas y menos de sanciones, debe continuar. Razonar sobre el cuidado de la salud es la manera más eficiente de conseguir una nueva actitud ciudadana acerca de lo que significa vivir en un entorno donde existen miles de microorganismos a nuestro alrededor y en nosotros mismos.

Hablemos de la etapa que viene y la cual podría ser el final de esta pandemia para conducirnos de manera responsable y solidaria, sin prisas que nos arriesguen o nos detengan por falta de paciencia. Todavía no es tiempo, pero ya falta menos.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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