La guerra, no importa donde ocurra, nadie se encuentra preparado para ella. Más allá de las cuestiones políticas, económicas, militares o de Estado, hablamos de un tema humano.
Por eso, rechazamos de manera enérgica cualquier expresión violenta y nos manifestamos a favor de la paz, del diálogo y de la solución pacífica de las controversias.
Cualquier forma del uso de la fuerza debe ser proscrita. En ese sentido, nos encontramos en una situación muy difícil, quizá la más complicada en los últimos 50 o 60 años.
Debemos pensar no solo en términos de país o nacionalistas, sino con una visión más amplia. En un mundo globalizado, lo que pasa en un lugar nos afecta a todos.
Es indispensable pensar en términos estratégicos. Es fundamental valorar todos los aspectos, pero hoy que la paz mundial está en riesgo y con ello la humanidad entera nos exige oponernos a que se intente resolver las diferencias por la fuerza y menos por las armas.
Ciertamente estamos en horas de definiciones de la mayor importancia. Por ello, es momento de que se piensen bien las opciones, con base en nuestros principios, sin apresuramientos, sin alarmismos, pero siempre a la altura de las circunstancias.
En estos momentos y en los escenarios internacionales a seguir, México debe continuar, como ha venido pasando, en la defensa de los intereses nacionales.
Debemos estar conscientes de nuestro lugar y papel en el contexto internacional y mantenernos firmes, como hasta ahora, a favor de la paz y de la negociación para que el mundo y nuestro país sigan por la ruta del desarrollo y la justicia social. Las y los mexicanos sabemos y tenemos confianza y estamos convencidos en que ese es el mejor camino y estamos listos para seguir en él.