“Así como mi mamá, nosotros [mis hermanos y yo] también empezamos a meternos en el narcomenudeo. A los 10 años empezamos a vender droga para ayudarle con los gastos de la casa. Era el negocio familiar. A mí mamá la mató un sicario, le dio tres disparos. Tenía 12 años cuando me quedé huérfana. Me fui haciendo adicta a las drogas”.
“Fui entrenada (en un cartel) para disparar, asesinar, mutilar y vender droga, pero lo que más me llamaba la atención era asesinar personas. Era una forma de liberar el enojo que había sentido cuando mataron a mi mamá. Ahorita estoy en un centro de internamiento”.
“Si yo puedo dar un consejo a un niño o adolescente es que no se meta en esto, porque nada más lo van a utilizar. En esta vida es el encierro o la muerte, no hay de otra. Si a mi mamá no la hubieran asesinado, no habría pasado todo lo que estoy viviendo hoy”, dijo Susana a BBC News.
La historia de Susana una de tantas que demuestra que el reclutamiento de menores por parte de la delincuencia organizada es una realidad que se extiende con total impunidad.
La asociación civil Reinserta señala que hay más de 30 mil niñas y niños mexicanos reclutados, y que reciben un pago de hasta 35 mil pesos mensuales.
La edad promedio de involucramiento de niñas, niños y adolescentes con la delincuencia organizada va de los 12 a los 15 años de edad.
Aprovechar la situación de vulnerabilidad de una niña, niño o adolescente ya sea por orfandad, abandono familiar, discapacidad, pobreza extrema, situación de calle, migración o cualquier otra para introducirlo al crimen organizado es algo que debe ser sancionado de manera más grave.
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Frente a este reclutamiento creciente por parte del crimen organizado a niñas, niños y adolescentes, presenté una iniciativa para que quien cometa este delito sea sancionado con penas de 20 a 40 años de prisión. Pena que aumentará hasta en una mitad cuando la o el menor se encuentre en condición de orfandad, abandono familiar, discapacidad, pobreza extrema y entre otras.
Asimismo busca incorporar el Código Penal Federal, que inducir a un menor de edad a utilizar armas de fuego o explosivos de uso exclusivo del Ejército, sea considerado una forma más de corrupción de menores. En este sentido, se pretende que los menores reclutados sean considerados víctimas directas para ser acreedores a una reparación del daño.
Quiero reconocer el trabajo de Reinserta y de su cofundadora Saskia Niño de Rivera, por revelar datos impactantes sobre la incorporación de niñas, niños y adolescentes al crimen organizado.
Las niñas, niños y adolescentes son la carne de cañón de los grupos criminales, son los desechables. Niñas, niños y adolescentes están asesinando cuando debiesen estar jugando, estudiando y creciendo en un país con paz y sin violencia.