Para las niñas de México
“Si tocan a una, respondamos todas. Soy Claudia, soy Esther y soy Teresa. Soy Ingrid, soy Fabiola y soy Valeria. Soy la niña que subiste por la fuerza. Soy la madre que ahora llora por sus muertas. Y soy está que te hara pagar las cuentas. ¡Justicia, justicia, justicia!”, era la estrofa de la canción Sin Miedo, de Vivir Quintana, que entonaban las cientos de mujeres que caminaban por Reforma.
Una a una pasaban por la “monumenta” de las Mujeres que Luchan, esa que antes era conocida como la Glorieta de Colón; esa que fue levantada por mujeres para recordarnos que también a las mujeres se les debe hacer honor.
¿Por qué levantar muros contra nosotras?; ¿por qué calificarnos de violentas?; ¿por qué somos incómodas cuando defendemos nuestros derechos?, ¿por qué tenernos miedo?, nos preguntamos.
Las veo caminar tomadas de la mano, haciendo cadenas humanas. Una atrás de la otra con la convicción de que su voz es escuchada, de que sus derechos son irrenunciables, de que su vida corre peligro y hay que defenderla. Caminan porque quieren justicia, no solo para ellas, sino para quienes han sido asesinadas, calladas, violentadas, abusadas, secuestradas.
En 2021 se registraron 969 feminicidios en todo el país, casi mil. En enero de 2022 el número de feminicidios sumó 75. Por duro que se lea en las vallas del Zócalo, “México Femenicida”, es una horrorosa realidad.
Todos los días son asesinadas 11 mujeres, de las cuales, una era niña.
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Hablar de mujeres es hablar de niñas, es abrir caminos para las que vienen pisándonos los talones, para las que quieren salir a jugar y caminar sin miedo.
No queremos más noticias con cuerpos encontrados de niñas, adolescentes, de mujeres. No queremos ver a mujeres desenterrando mujeres y niñas en fosas clandestinas; no queremos mujeres tomando llamadas de auxilio por la violencia que viven en casa. No queremos feminicidios.
Queremos ser libres; que se nos respete, que se nos reconozca. Queremos vivir sin violencia. Queremos nuevas masculinidades; queremos que la igualdad, la paridad y la equidad sean una realidad no solo en las leyes, sino en los hechos. Queremos que nuestra niñas y adolescentes vivan en paz.
Queremos mujeres en los cargos donde se toman decisiones; queremos mujeres líderes en lo público y en lo privado; mujeres conteniendo en las elecciones; mujeres ejerciendo el voto. Queremos participar en el futuro de nuestro país.
Ahí van las mujeres caminado a paso firme y seguro, entonando: “Por todas las compas marchando en Reforma, por todas las morras peleando en Sonora, por las comandantas luchando por Chiapas, por todas las madres buscando en Tijuana, cantamos sin miedo, pedimos justicia, gritamos por cada desaparecida, que resuene fuerte: ¡Nos queremos vivas!, que caiga con fuerza el feminicida”.
Por todas nosotras que caiga con fuerza el patriarcado, la misógina, el machismo, la impunidad, la violencia contra nosotras. Que si algo hemos aprendido con el pasar de los años, es que calladitas no nos vemos más bonitas.
Urge romper el silencio para dar voz a las niñas que viven infiernos de violencia y que sus agresores viven con absoluta impunidad, no vamos a descansar hasta lograrlo.