Durante el siglo XIX, y hasta poco después de la Segunda Guerra Mundial, la psicología moderna se enfocaba en el tratamiento de las enfermedades mentales que generaban comportamientos anormales.
Entonces, surgieron los llamados psicólogos humanistas como Abraham Maslow, Carl Rogers, Eric Fromm, Martin Seligman, y otros, que propusieron un interés renovado en los aspectos más positivos de la naturaleza humana, como las fortalezas, los valores, los estados de felicidad, de flujo con los acontecimientos, las virtudes y talentos, así como la manera en las que estos aspectos pueden ser aplicados de forma sistemática en instituciones, empresas y organizaciones.
Los hallazgos de los investigadores en este campo ayudan a las personas a vivir la vida al máximo de su potencial y a tener una comprensión más completa de las causas de las enfermedades mentales, aunadas a la naturaleza de las emociones.
Por ejemplo, Maslow, en su afamado libro “Motivación y personalidad” creó un esquema en forma piramidal, que describe las principales necesidades humanas y su satisfacción como la base para la felicidad. En general, en el primer escalón se trata de cubrir las necesidades fisiológicas y mantener en equilibrio todas las funciones de la inteligencia biológica, entre las que están: el descanso, la buena alimentación, la sexualidad, evitar el dolor físico, y el cuidado de la salud.
En el segundo escalón están las necesidades que nos dan un sentido de seguridad, como tener casa, vestido, sustento, protección, seguridad, incluido el derecho a la propiedad, etc. En el tercer escalón, Maslow plantea las necesidades sociales, como tener empleo, ocupación, vinculación, pertenencia, tener un código moral y ético, establecer relaciones sanas de amistad, familiares, con grupos de interés, de intimidad compartida en pareja, etc.
En el siguiente escalón están las necesidades de estima o reconocimiento, en donde segmenta la estima en dos clases fundamentales que se quedarían para siempre en las nociones de la psicología y de las corrientes de autoayuda: la estima alta, que consiste en el respeto a uno mismo, la autoconfianza, las herramientas internas que desarrollan nuestras competencias, habilidades, talentos.
Y nos apoyan para tener logros, alcanzar metas, maestrías, y, sobre todo, a tener seguridad personal, autonomía, libertad e independencia. Y la estima baja, que comprende la necesidad de reconocimiento, atención, reputación, fama, y en general, el respeto y cariño de las demás personas.
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Finalmente, la pirámide se completa con la Autorrealización, que abarca el sentido que le damos a nuestra vida, es decir, la satisfacción que nos podemos proporcionar por medio de lo que hacemos, el cómo lo hacemos, y hasta dónde desarrollamos nuestros potenciales, dones y talentos.
Cada uno de los peldaños en este modelo es fundamental, y el hecho de que esté en forma piramidal habla de que el tamaño es proporcional al significado que tiene cada aspecto de la vida. Sin cuidar lo básico, como la salud, es muy complicado pasar a lo siguiente, y cada parte es esencial, pues ninguna se reemplaza con la otra.
Es interesante echar una mirada a estos conocimientos de los que se desprenden muchas corrientes que ahora están por todas partes. ¿Le suena conocido a algo que ha escuchado o visto últimamente en las múltiples opciones de coaching? Honor a quienes honor merecen.