En esta humilde columna, estimado lector, lo he venido señalando reiteradamente, y no quitaremos el dedo del renglón -si, como usted lo puede leer, no quitaré el dedo del renglón-, porque hay que hay que decirlo con todas sus letras: en México y el mundo la economía cambió por tres principales razones, la primera por la pandemia por la covid-19 que ha dejado en el planeta más de 6 millones de muertos, de los cuales Estados Unidos es el que más contagios reporta, con aproximadamente 80,843,570.
En nuestro hermoso México se tienen contabilizados hasta el momento aproximadamente 5,544,644, lo cual lo sitúa en el lugar 17a nivel mundial.
La segunda causa impactó a la economía en el país es la falta de políticas públicas efectivas de corto, mediano y largo plazo, que generen certidumbre. De acuerdo con datos oficiales y de cúpulas empresariales, México sufrirá un retroceso de más de una década aproximadamente debido a que micro, pequeñas, medianas y grandes empresas se vieron afectadas de forma significativa por el aislamiento generado por la emergencia sanitaria, muchas de ellas tuvieron que cerrar, pedir créditos, endeudarse y hasta quebraron. Y cuál fue la reacción del gobierno federal: ninguna. No hubo una acción contundente para impulsar una reactivación económica efectiva a nivel nacional.
La tercera causa por la que nuestro país seguirá resintiendo los efectos de la crisis económica es por la inseguridad y la violencia que siguen padeciendo estados, municipios, regiones, poblados y colonias. Desafortunadamente, este gran tema, que se le sigue debiendo a la sociedad mexicana desde sexenios pasados, impacta aproximadamente al 1.85% del PIB, lo que significa que el 65 % de nuestra sociedad se siente insegura al salir de sus casas y dentro de ellas, ya que uno de cada cuatro hogares sufrió algún delito por robo o extorsión al cierre del año pasado.
Como puede usted leer querido lector, el reto de México es grande, la inflación se desborda: tan solo en febrero el limón aumento hasta 166.81%, la cebolla 112.11%, el aguacate 83.19%, los aceites y grasas comestibles 38.20%.
El chile serrano 35.03%, el melón 28.85%, el tomate verde 28.40%, el gas doméstico natural 24.53%, jitomate 22.96%, la manzana 21.13%, la tortilla de maíz 18.05% y la carne de res 17.36%. Actualmente, hay más de 4 millones de nuevos pobres, lo que pone en evidencia que la pobreza laboral no alcanza para la canasta básica alimentaria de millones de familias.
El reto es grande, se requiere de gran estatura política y de visión estadista, que debe impulsar la actual administración para impulsar acciones serias y contundentes, como el ingreso básico vital o el ingreso básico universal, que es una medida emergente que puede ser interesante en nuestro país, tal como lo recomienda el mismo secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, y que lo ha reiterado en diversas ocasiones: en países como el nuestro se deben establecer esquemas de combate a la pobreza y la exclusión social. Es urgente y necesario para el futuro de nuestras generaciones y de nuestra Sociedad actual.