Los sueños de una y muchas niñas

En la búsqueda por la igualdad, las circunstancias han condicionado a padres y hermanos de mujeres indígenas a repetir patrones de conducta

Niñas Indígenas. Foto: Archivo: El Universal

Para miles de niñas, en la montaña o en comunidades rurales, su historia de vida está marcada desde su nacimiento: casarse con quien sus padres decidan o con quien las vendan, y a los 13 o 14 años tener hijos.

Ese es su destino, son los usos y costumbres que atentan contra su derecho a una vida libre de violencia, o las colocan en una situación de abuso sexual.

Esta semana, en Chiapas, se hizo público el caso de una niña tzotzil de 13 años, de San Cristóbal de las Casas, violada por su padre y amenazada de muerte si se atrevía a denunciarlo. La pequeña —quien está embarazada— encontró el apoyo de su madre para enfrentar a su agresor, que ya fue detenido.

Antes, fueron niñas de la Montaña de Guerrero a quienes sus padres vendieron, y que al escapar fueron detenidas por la Policía Comunitaria y liberadas tras la intervención de organismos civiles y de pobladores.

La lucha de unas, abre el camino para el empoderamiento de otras.

Esa es la historia de Eufrosina Cruz Mendoza, diputada oaxaqueña, quien rompió con las estructuras machistas de su comunidad, en la sierra zapoteca. “Con una niña que cambie su entorno, cambiarán muchos otros”, ha dicho en diferentes ocasiones.

Tuve la oportunidad de platicar con ella y coincidir, desde las causas del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México, en la necesidad de impulsar un cambio de mentalidad que contribuya al empoderamiento de todas las personas en situación de vulnerabilidad.

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La mujer autora de Los sueños de la niña de la montaña, desde pequeña decidió romper con los usos y costumbres, no con todos, solo los que, como ella dice, atentan contra los derechos humanos y limitan el desarrollo de ellas y de la comunidad.

Al igual que ella, creemos que, en la búsqueda por la igualdad, las circunstancias han condicionado a padres y hermanos de mujeres indígenas a repetir patrones de conducta, que deben ser transformados. “Con una niña que cambie su entorno, cambiarán muchos otros”, dice Eufrosina Cruz. Ese es el reto en el que nos debemos colocar como ciudadanía: hacer que se respeten los derechos de todas y todos.

Por ejemplo, según el Informe Latinoamericano sobre Pobreza y Desigualdad de 2017, si se cumplieran los derechos de las mujeres rurales se produciría casi 30% más alimentos. La igualdad sustantiva, como lo ha impulsado la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, es la construcción de una sociedad más justa.

La lucha de las mujeres indígenas es la lucha de todas, de la ciudadanía, autoridades y organizaciones conscientes.

@guerrerochipres

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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