Responder esa pregunta en este momento sería responder a la ligera, ya que estamos hablando de una circunstancia que no sabemos qué sucederá.
Lo anterior considerando que en ejercicios anteriores en los que se consultaba a la ciudadanía desde la administración actual, con todos los recursos y elementos necesarios para publicitar dichos ejercicios, los resultados fueron excesivamente pobres.
Si el cuestionamiento atiende al número de casillas a instalarse, la prohibición de hacer propaganda de ello e, incluso, la negativa inicial de llevarla a cabo por parte del INE argumentando falta de recursos, tendríamos que revisar el origen de esa situación, que no es otra cosa que la aprobación de un presupuesto que buscaba castigar, casi hasta la inoperancia, a los organismos constitucionales autónomos, de tal manera que ello permitiera mantener el discurso de la desaparición de los mismos.
Es importante que se respete a la ciudadanía y se entienda que su participación o no en ese proceso va más allá de la falta de spots, mensajes, eventos, que lo difundieran, sino que, como en un régimen que aún consideramos democrático, atendamos ese posible silencio como un descontento, no sé si a la figura presidencial, al INE o a los legisladores, sino a lo innecesario de erogar recursos para un evento innecesario en medio de una crisis económica que se avecina.
Desde un inicio se planteó que esa figura de poco o nada ayudaba a construir la participación social y el fortalecimiento de un régimen democrático, ya que el descontento generalizado no permite medir la eficacia de un gobierno por medio de esa figura, por el contrario enrarece las facultades constitucionales de un Presidente de la República, que es la de cumplir con el mandato otorgado por el pueblo de México. Hacer lo contario o preguntar sobre la permanencia, más bien parece un concurso de popularidad que un diálogo abierto con la ciudadanía.
Buscar culpables cuando no sabemos la reacción de los electores es entender de antemano que nunca debió haber sucedido, ya que los resultados que espera la gente se han instalado en discursos, encuestas y loas pero no en el bienestar de las familias que han alzado su voz para enfocarse en lo importante y guardar lo político – electoral para después.