El 21 de marzo de 2006 se publicó el primer tuit, adjudicado al cofundador de la plataforma Jack Dorsey, sencillamente decía “Just setting up my twttr”. Recientemente el mensaje fue subastado por la nada despreciable cantidad de 2.9 mdd, pagados en criptomoneda.
Con 335 millones de usuarios activos, (nada mal para cumplir 16 años) Twitter, se ha convertido en la plataforma digital más relevante para compartir información. El problema es que dentro de esta, también hay desinformación, verdades a medias, fake news, polarización, propaganda y mucho, mucho hate.
Como ejemplo y en el marco del aniversario del primer Tuit, nada mejor que echarle un ojo a la conversación del día 21 de marzo pasado, sobre el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA). Buena parte de las tendencias nacionales de los días 21 y 22 de este mes, tenían relación con el inicio de operaciones del aeropuerto.
“AIFA”, “Benito Juárez”, “Zumpango”, “Caracas”, “Alfredo del Mazo”, “Beatríz”, “Fayad”, “Boing” y hasta “Lord Molécula”, fueron tendencias que tuvieron relación con el evento de inauguración. Mucho de ese contenido, el mayor, son mensajes de propaganda señalando, lo que unos consideran la piedra angular de éste gobierno y de lo que otros opinan, es ejemplo claro de lo que es y no en un sentido favorable.
Parte del problema que hoy tiene Twitter, es que se ha convertido en el ring favorito para la batalla campal digital. No solo eso, la posibilidad de publicar verdades y mentiras a medias son infinitas (no exclusivas de TW). La propaganda más simple y llana la podemos encontrar aquí, con todo y sus “influencers”, “boots” y batallones enteros pagados para vender la idea de que algo importa cuando no es así.
La crítica o la defensa de un hecho son válidas para fortalecer o denostar alguna ideología o un simple hecho en el que se está o no de acuerdo. El problema es que se ha llegado demasiado lejos. La opinión es sinónimo de ataque, criticar se convierte en una traición a la patria. No solo eso, los ataques pasan por ofender al oponente, ridiculizarlo, agredirlo y hasta amenzarlo, incluso de muerte.
También hay una batalla de adjetivos, muchos de ellos acuñados desde Palacio Nacional, pero otros tantos desde la límitada oposición que piensa que el clasismo, por ejemplo, es una idea inteligente para diferenciar a quien tiene razón y a quien no. El lamentable complejo de superioridad, que no demuestra más que lo contrario.
Después de 16 años no todo ha sido malo en Twitter, grandes momentos podemos encontrar dentro de la plataforma. La inmediatez de la información, la solidaridad, las buenas noticias, la facilidad para encontrar un hecho lejano. El problema es que con días como el del 21 de marzo pasado, dan ganas de correr y no volver a Twitter por un buen rato.