Opinión

Sobran cuentos, faltan cuentas

(Galo Cañas/Galo Cañas)

Para leer con: “Emperor’s Clothes, Pt.1″, de Thompson Twins

El concepto de algoritmo ingresó en nuestras vidas como un proceso de ocupación pacífica que tomó por asalto las costumbres cotidianas bajo la bandera de una noble personalización de funcionalidades.

Algo semejante está sucediendo en la arena pública cuando a fuerza de repetición, el más pequeño guiño resulta ser vehículo de una intención política —sobre todo electoral— y se resquebraja la fachada.

O, ¿para qué idear programas de desarrollo económico y social de los habitantes de este país, si se puede alimentar la percepción, el ego y el poder como fin en sí mismo?

Una de las definiciones más simples de algoritmo apunta al conjunto organizado de operaciones y reglas que permiten solucionar un problema. No queda duda, pues, que hay un algoritmo para conducir el discurso y la agenda nacional en este país.

Así, no sería extraño que la vendedora de tlayudas —tan comentada en la inauguración del Aeropuerto de Santa Lucía— hubiera sido acomodada con todo propósito, así como:

  • Vendedores de memorabilia a modo
  • El grupo de amistad con Rusia
  • Irrelevantes consultas de revocación
  • Rifas de aviones
  • Acusaciones a Panamá, de inquisidora
  • Pausas en las relaciones con España
  • Bravuconerías con Anaya
  • Exigencias a Austria, de un penacho
  • Y cientos de ocurrencias que, de no originarse en el seno de la responsabilidad de la conducción económica y social de un país, darían risa o ternura

Pero lo que estos anzuelos persiguen —y logran, la mayoría de las veces— es secuestrar el reflector para descargar la energía de una crítica fácil sobre un tema escandaloso pero superficial, además de dividir al país para radicalizar posturas y así lograr una base incondicional de seguidores.

PUBLICIDAD

A cambio, pasan elefantes camuflados de realidad como: la falta de resultados en el rubro que se ponga sobre la mesa; no se ha reducido la pobreza; la inseguridad sigue siendo una exigencia generalizada sin atender; la cancelación unilateral —y sin alternativas— de programas como las escuelas de tiempo completo; asignaciones directas de bolsas presupuestales que apuntan en contra de las promesas y dichos de campaña.

Casos de impartición de justicia con un tratamiento privilegiado o con un aire de saña; desatención del sistema de salud como una prioridad transexenal; una escandalosa militarización del país tras la promesa de no hacerlo; el enriquecimiento en su círculo familiar sin explicación ni indagatoria; el encarecimiento de la canasta básica con medidas poco eficientes para apoyar a la base social; falta de empatía con el movimiento feminista

Abandono de programas sociales indispensables para familias del país; nula rendición de cuentas; encubrimiento y protección a personas como Félix Salgado y Manuel Bartlett; instauración de un sistema de recompensa política a opositores que cambien su lealtad por una embajada; escasez de medicinas en casos inaceptables; polarización del pueblo al que se juró servicio y lealtad; ejecuciones de periodistas y ambientalistas sin el menor reparo en el discurso

Un aire de estar en campaña eterna; saldo reprobatorio a nivel mundial en el manejo de la pandemia, con dichos memorables y execrables; venganzas políticas como muestrario de lo que sucederá a cualquiera que se pase de listo; el poner a pelear a su círculo cercano para probar lealtades; ir en contra de los esfuerzos internacionales por desarrollar energías limpias; la falta de apoyo a organizaciones no gubernamentales.

La tristeza de ver dependencias gubernamentales y a sus titulares al servicio de caprichos presidenciales; un sistema educativo a la deriva y sin la menor atención de competitividad; amiguismos y contratos opacos; un tejido social desvencijado y enfrentado; descalificaciones y expiación de culpas mirando al pasado como fórmula para evadir responsabilidades; un sistema científico nacional politizado y sin presupuesto.

El incremento de la violencia en el país y varios focos rojos más, libres de juicio —y de primera importancia para los ciudadanos sin importar partido o filiación política— para los cuales ya no hay reflector ni ojos, porque estos se fugaron con las cortinas de humo.

No se debería morder un anzuelo más.

Hacer campaña y gobernar son temas diferentes.

Este algoritmo parte de un agente adicto al habla, pero como no se puede sustituir la realidad con discursos y palabras, el propio algoritmo dio de sí porque solo soluciona —de corto plazo— las crisis de confianza en turno. Pero la realidad no se puede esconder bajo la alfombra. Y los plazos son finitos.

Sobran cuentos, faltan cuentas.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

Tags

Lo Último