Ya no parece solamente una teoría: nuestra salud física influye en la salud mental, y viceversa, e incluso podría ser una forma de combatir la depresión, la ansiedad y diversos trastornos que se agudizaron durante la pandemia que continúa.
Por eso movernos es más que un concepto de ayuda emocional y puede convertirse en un medio para que sanemos en los hechos. La idea de quedarnos estáticos, en una zona de confort, representaría un riesgo mayor del que pensábamos, por lo que hacer lo contrario traería beneficios generales que vale la pena explorar.
Ante una situación adversa, nuestro primer impulso es detenernos y tratar de procesar la pérdida de la mejor manera posible. Sin embargo, frente a una situación de emergencia tan prolongada, adoptar rutinas de actividad física moderada apoyaría a que la salud mental no se deteriore.
Esto va para todas y para todos, en particular los más jóvenes y los pequeños que llevan meses de inactividad y que, antes de la pandemia, tampoco pasaban muchas horas en el exterior, pero compensaban con las actividades escolares y la convivencia con sus compañeros. Esas rutinas se rompieron y necesitamos restablecerlas a la brevedad.
Lo anterior no excluye a los adultos y a nuestros adultos mayores. Todos los indicadores científicos a la mano coinciden en un aumento de peso promedio en estos dos años y un deterioro en poblaciones de la tercera edad que viven en residencias o solos. A estos segmentos se les tendrá que sumar los miles de personas que tienen secuelas de la Covid-19, cuya recuperación física llevará tiempo.
La propuesta es salir y hacer ejercicio como un comportamiento social que nos beneficia a todos. No podemos estar más en casa y debemos salir a los parques y a los andadores para movernos, no solo para acudir al trabajo o llevar a las niñas y niños a la escuela.
La modalidad de trabajo a distancia también nos debe animar a utilizar una o varias horas para estar fuera y reconocer el vecindario del que formamos parte, identificar el estado de las áreas comunes y ayudar a reportar su mantenimiento a las autoridades correspondientes para su atención.
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¿Qué necesitamos para movernos? Voluntad, constancia y compromiso personal para estar sanos, física y mentalmente. Aunque, de la misma forma, contar con espacios públicos bien iluminados, en condiciones de ser utilizados para ejercitarnos y con la vigilancia necesaria para que sean espacios de convivencia ciudadana.
Hagamos de movernos una práctica permanente. Salgamos a interactuar con otras personas y modifiquemos formas y maneras de trabajar, cuando sea posible, para incorporar tiempo (un bien siempre escaso) que sea dedicado a caminar, practicar un deporte, trasladarnos en bicicleta en distancias cortas y establecer una rutina de acondicionamiento que, está comprobado, previene padecimientos o complicaciones derivadas de esta emergencia sanitaria. Una buena nutrición no estorba.
El simple hecho de movernos es contrario a quedarnos en un mismo sitio y esa es una imagen con la que podemos relacionarnos todos en algún momento de nuestras vidas. La estabilidad no significa estar quietos, al contrario, es lograr un balance personal, familiar y social que necesitamos con urgencia.
Movernos, coinciden cada vez más los especialistas, ayuda a recuperar la tranquilidad y a preparar la mente para posibles obstáculos, pero aporta algo más: hace que nos activemos como integrantes de una sociedad preocupada por su bienestar, por su entorno y por sus integrantes. Que nadie se quede inmóvil.