Ante una baja participación el domingo 10 y una votación a favor menor que los 30,000,000 de 2018, el presidente tuvo que adelantar lo que ya se veía venir, que promoverá una nueva reforma electoral para descabezar a las autoridades nacionales, implementando un modelo de selección diferente en donde en algún momento sea el voto directo el que determine quienes deben de encabezar a estas autoridades, partiendo de la premisa de que hasta ahora los que hemos llegado a esas posiciones ha sido por acuerdos cupulares en las cámaras de Senadores y de Diputados, representantes por cierto electos por el pueblo.
Además de ser un distractor ya recurrente el atacar a las autoridades electorales se logra ver que es uno de los propósitos más ansiados, desquitarse de las decisiones que no han gustado y que han demostrado que en efecto hay autoridades constitucionales que actúan con autonomía en sus decisiones, sin sumisión ni abdicación de facultades.
El problema para lograr en serio esta reforma medio anunciada es que se tienen que cambiar las reglas del juego electoral relacionadas con autoridades, con financiamiento y con desaparición de órganos estatales y existe una disposición Constitucional, el artículo 105 que ordena que no es posible modificar las reglas electorales fundamentales 90 días antes de que inicie el proceso electoral ni se pueden modificar durante los mismos.
“Las leyes electorales federal y locales deberán promulgarse y publicarse por lo menos noventa días antes de que inicie el proceso electoral en que vayan a aplicarse, y durante el mismo no podrá haber modificaciones legales fundamentales”.
Actualmente nos encontramos en proceso electoral en 6 estados del país en donde habrá elecciones para gobernador,que organiza el INE y los organismos locales de acuerdo a las reglas actuales, estos procesos concluyen en octubre y justo en ese mes iniciarán los procesos de 2023 del Estado de México y Coahuila, que concluyen cuando inicia el proceso electoral de 2024, es decir no existe ni siquira una ventana de tiempo para llevar a cabo esta pretención reformatoria, además de que no cuenta Morena con los votos para sacarla.
¿Que se busca entonces?, pareciera ser que tanto esta reforma como la energética están destinadas a no prosperar o por falta de tiempo o por falta de votos, el discurso será que las instituciones jurídicas y constitucionales no dejan que la 4T le de el poder al pueblo, entonces con el apoyo de los millones que ratificarán al presidente el domingo de ramos, se podría escuchar dentro de los muros del Palacio, aquella vieja consigna, de ahora si mandar al diablo a las instituciones.