Nos acercamos al tiempo Pascual, en el que las celebraciones nos invitan a recordar y reflexionar, pero sobre todo a intentar hacer verdad las enseñanzas del Maestro que es reconocido en todas las religiones del mundo: Jesús. El Maestro Jesucristo, entre muchas otras revelaciones para la humanidad, dijo: “A aquellos que son dignos de mis misterios, les digo mis misterios”.
Por ejemplo, en la llamada Cábala Universal o la Sabiduría Divina Espiritual, que proviene de un linaje muy puro, se reconoce a Jesucristo como el redentor de la humanidad. Retomar su mensaje y celebrar su advenimiento, no sólo debe quedarse en lo teórico o abstracto, sino en lo concreto aterrizado día a día a través de nuestras acciones y decisiones al pensar, sentir y hacer.
Los mensajes de Jesús el Cristo, pueden ir tan profundo y tan lejos como la capacidad de nuestra conciencia lo permita, pues en ellos hay tremendas claves para vivir en este plano material realizando una maestría y convertirnos en maestros del Amor y de la Vida.
Claves que no deben verse como algo lejano que sólo les concierne a los iluminados, sino por el contrario, debemos asumirlas como un deber y un poder, en tanto que alguien como Jesús confió en transmitirlas a la humanidad, pues no se le enseña algo a alguien si no se cree en que puede aprenderlo y aplicarlo.
Uno solo de sus mandamientos puede salvarnos de tantos horrores: “ámense los unos a los otros, y ámenlos como se aman a sí mismos”, que es un código de comportamiento con el que tendríamos suficiente para resolver la gran mayoría de los problemas que nos hemos generado, no sólo concibiéndolo como una bonita y sublime frase que no tiene sentido práctico.
Los códigos de grandes maestros son como llaves encriptadas que nos dan pistas para que despertemos la faceta de Dios que habita en cada uno.
Es tiempo de comprender que sus legados son grandes regalos cargados del más puro amor, para que llevemos con gracia nuestro andar en el camino a la iluminación, pero como métodos objetivos y reales, no sólo como ideas pertenecientes a los santos. Más allá de los ritos a los que hemos trasladado estas fechas, existe la verdadera lectura a la que estamos invitados cada año, y cada que nos sea posible, porque los mensajes ya están dados a la luz, pero las elecciones son nuestras.
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No hay necesidad de intermediarios, ni de avales, mucho menos de consumismo espiritual; sólo es necesaria una conciencia despierta y verdadero amor por la humanidad en cada uno de nuestros actos, grandes y pequeños.
Caminar las enseñanzas del Maestro Jesucristo, y de grandes iluminados, realizando comprobaciones fehacientes en la vida diaria de aquello que vinieron a manifestar, es el mejor homenaje a sus enseñanzas que podemos rendir como sus amados aprendices en mera transformación.
Sigamos el camino Crístico, creyendo en la inmortalidad del espíritu, siendo amigos del Cielo, y su extensión aquí en la Tierra, elegidos por Dios para seguir a su Hijo en la Luz del Espíritu Santo y entonces recordar la verdad de las Sagradas Escrituras hechas vida.
Jesucristo es el VERBO hecho carne, dirigido, sencillamente, a que aprendamos a amarnos y amar a los demás con neutralidad, sin esperar que el amor sea correspondido.