En contraste con los vaticinios y la promoción —no sancionada ni amonestada— de no acudir a votar o demeritar la participación, la jornada de este domingo por la Consulta de Revocación de Mandato no perderá su carácter histórico ni la probabilidad de enriquecer a una comunidad distinta y mayoritaria de aquella que descalifica la oportunidad.
Las encuestas más recientes revelan, incluso, una alta probabilidad de que la ciudadanía acuda a reivindicar su participación en la vida política del país, esto es también, su condición de ciudadanas y ciudadanos ante el Estado.
Desde la concepción aristotélica, las y los ciudadanos tienen libertades, derechos y obligaciones, que incluyen la posibilidad de ejercer funciones públicas, contar con la protección de la ley, tener beneficios sociales, poseer bienes, pero que también adquieren deberes a favor de la comunidad. Para el sociólogo británico Thomas Humphrey Marshall, las tareas sociales de los individuos con su comunidad hacen posible el ejercicio de sus derechos.
Conocer y reivindicar los derechos nos lleva a empoderarnos, a fortalecer nuestras capacidades y probabilidad para impulsar cambios positivos en nuestro entorno. Por tanto, renunciar a ellos implica abdicar a nuestro carácter ciudadano.
Más de 92 millones de personas en México integran el padrón electoral para la Consulta de Revocación, y 17 mil mexicanos en el extranjero solicitaron el derecho a ejercer el voto. Diversas encuestas de marzo confirman la continuidad del presidente López Obrador con unos porcentajes que varían del 54% hasta el 83%.
El nivel de aprobación presidencial —sostenido por arriba del 60% desde el inicio de su mandato— anticipa el resultado. Pero la importancia del ejercicio radica en la ampliación de la participación de la ciudadanía en instrumentos de la democracia.
Una encuesta de GEA/ISA revela que la intención de voto aumentó un mes antes de la Consulta: 39% sí votará y 42% dijo que probablemente lo hará, frente al 17% que segura o probablemente no votará. Las probabilidades de acudir a las urnas son mayores, a pesar de los intentos, desde diversos frentes políticos e ideológicos, por descarrilarla.
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Quienes están en contra la Consulta de Revocación revelan una inconsistencia con aquello que dicen defender, como la hay también en el rasero con el que se mide a los actores. El llamado a no acudir no es reprendido por la autoridad que promueve y vela por la democracia, mientras que aquellos que invitan a la participación —como los casos del Secretario de Gobernación, Adán Augusto López, o la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum— son denunciados y reprendidos.
No se puede construir ciudadanía al tiempo que se denuestan los instrumentos que le dan valor. Eso es descarrilar.