Hagamos lo nuestro, siempre. ¿Y qué es lo nuestro? Abracemos a quienes tenemos cerca, expresémosles cuánto les apreciamos, les admiramos y les queremos. Aprovechemos las tecnologías que nos comunican para acercar distancias y no para crear más abismos entre nosotros.
Saludemos en la fila, volvamos a los buenos días, buenas tardes y a esas maneras corteses de dirigirnos a conocidos y desconocidos. Volvamos a acercarnos con los buenos modos, las cortesías, las amabilidades, las caricias físicas y verbales. Volvamos a ser generosos con nuestros actos, pensamientos y palabras.
Cedamos el paso, abramos una puerta, ofrezcamos disculpas cuando sea necesario, y demos siempre las gracias a quien nos regala de su tiempo, de su trabajo, de su energía o de sus servicios. Volteemos la mirada alrededor para reconocer nuevas caras, mirarnos a los ojos, esbozar una sonrisa, saber quiénes nos rodean.
Recordemos cómo era cuidarnos entre todos. Pero sobre todo, se lo suplico, aproveche los momentos que pueda tener con sus seres queridos para regalarse presencia de calidad, y para que cuando se dejen de ver sea capaz de recordar con memoria casi fotográfica cada momento, cada instante, cada palabra, cada gesto, y todo el sabor de las personas que lleva dentro. No se prive de recibir por voltear a ver obsesivamente la pantalla de su celular.
Tenga en mente que el celular siempre estará ahí, pero sus seres amados tal vez no. Otorgue esencia, presencia y calidad a sus momentos de convivencia, y no deje de escuchar todo lo que le quieran comunicar. Tratémonos como nos gustaría ser tratados, y tratemos a los demás como si tuviéramos enfrente a la divinidad, porque, de hecho, así es.
No se aleje innecesariamente. Ya lo vivimos en la pandemia reciente; y ya hemos estado suficientemente separados, aislados, arrinconados. Además de voltear a ver al cielo de arriba y al cielo de adentro de cada uno, reconectemos volteando a ver el cielo de los demás. No olvidemos que al final de los finales, todos, absolutamente todos, queremos lo mismo: Ser en amor.
Es tiempo de reconocer cómo era construir camaradería, buena voluntad, y ayuda mutua. Es tiempo de tender la mano, y volvernos a encontrar en todo sentido. Es tiempo de una nueva forma de la manera tradicional de ser más reales, más humanos, y con más sentido.
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No deje de expresar su agradecimiento y amor por aquellos seres que le aman y a quienes ama, y si siente alguna barrera para hacerlo, es tiempo de derribarla.
Busque las formas, encuentre las soluciones, no ponga más leña al fuego, ya que la vida, instante tras instante, y el encuentro con quienes tenemos alrededor es un mágico coincidir, como dice la canción “si la vida se sostiene por instantes, y un instante es el momento de existir, coincidencias tan extrañas de la vida, tantos mundos, tantos siglos, tanto espacio, y coincidir…” es un enorme regalo para hacerlo nuestro.