No y eso es preocupante en el grado más extremo porque siguen matando a las mujeres, las siguen violentando y siguen evidenciando que poco o nada se ha hecho a pesar de los gritos desesperados de las víctimas o de sus familiares que ven cómo van apareciendo cada vez más y en todas las entidades de la República, fosas con cuerpos de mujeres asesinadas.
Una de las principales acciones de la administración actual fue la eliminación de los recursos para los refugios de las mujeres violentadas y en esa determinación, creemos, se centra la concepción que se tiene respecto de la violencia contra las mujeres, es decir, una minimización impresionante a pesar de las pruebas y de lo poco que hemos avanzado ya no sólo en la igualdad sustantiva, sino en las medidas para proteger a las mujeres de la violencia ejercida por la sociedad en todas su variantes: física, emocional, económica, psicológica, laboral, etcétera.
Desde 2019 hemos vivido una escalada de feminicidios que preocupa. 978 feminicidios en 2020, mil 4 en 2021 y una oleada en lo que va de 2022, nos deja aterradas frente a la ya idílica idea de paz que nos habían ofrecido. Hoy las mujeres ven el salir a las calles como un riesgo del nivel de países que se encuentran en guerra porque no existe certeza de llegar a casa sanas y salvas, ante la posibilidad de que un agresor se encuentre en nuestros caminos con la tranquilidad de no ser castigado nunca.
Pero algo igual de preocupante que los feminicidios es el discurso. Ese discurso evasivo que revictimiza familias enteras cuando se busca justicia y se contesta con otros temas, culpando a otras administraciones o, incluso, acusándolos de ser golpistas contra un Estado que parece no tener una estrategia específica para proteger a las mujeres a pesar de la enorme lucha que se ha emprendido para ello y que hasta ha sido reprimida.
No importa el partido político que sea o el Presidente que lo decida, lo que vivimos en México las mujeres es un grito desesperado para que nos ayuden, para que nos protejan, para que las investigaciones sean tan profesionales como las que tienen un tinte político, para que hagan política pública que sensibilice y concientice, que nos volteen a ver y vean que nos están matando, que están matando a las hijas del pueblo de México. Es momento de hacer un alto, de sentarnos todos y de proponer estrategias útiles para que esa masacre pare.