De una forma poco ortodoxa, política e inoportuna, en pleno proceso electoral, justo a un mes de las votaciones para gobernador en 6 estados del país, se presentan dos iniciativas para modificar al sistema electoral nacional; la lógica elemental diría que si algo funciona y tiene más del 60% de aceptación popular ¿para que lo cambias?
Y este es el caso tanto del INE como de la Sala Superior del Tribunal Electoral, que después del ejercicio de revocación de mandato que resultó invalido, ambas instituciones lograron salir adelante a pesar de todos los desafíos que les pusieron. La ciudadanía no tuvo queja y en general salieron bien libradas.
La iniciativa del presidente tiene un punto valioso y es que plantea la posibilidad de que desde la Constitución se diga que el voto electrónico se utilice en las elecciones nacionales, lo que significaría un avance y en el mediano plazo un ahorro significativo, claro después de hacer las pruebas correspondientes de certificación, blindaje y encriptación, como se hizo para el sistema de voto por internet que ya se utiliza para voto desde el extranjero.
La iniciativa de la alianza Va por México tiene también aspectos positivos; eliminar la sobrerrepresentación, que el numero de diputados corresponda al numero de votos, establecer elecciones primarias dentro de los partidos y que sea causal de nulidad la intervención de la delincuencia organizada en las campañas.
Llama la atención en ambas la ausencia de temas de la actualidad en nuestra vida democrática, por ejemplo, al tema de paridad de género, solamente la primera iniciativa dedica un párrafo y señala las reglas que están establecidas desde 2011, no aborda los temas de alternancia de genero en Gubernaturas, la paridad en los Congresos Estatales como regla Constitucional, ni la prevención y castigo a la violencia de genero.
En ninguna de las iniciativas se menciona al voto de los residentes en el extranjero, la posibilidad para que elijan presidencias municipales y diputados locales, el establecimiento de candidaturas migrantes, la representación de las comunidades indígenas, personas con alguna discapacidad, afro mexicanos y de la comunidad de la diversidad sexual.
Hasta ahora ambas propuestas abordan más los temas partidistas de acuerdo con sus pretensiones electorales para 2024, pero no plantean todavía los temas que le interesan a los ciudadanos, de tener una representación más incluyente, que las voces de los grupos subrepresentados lleguen a los Congresos, de castigar la violencia de genero y establecer las reglas de la paridad total en la misma Constitución. Esperemos que si realmente se llega a discutir alguna modificación se incluyan todos estos aspectos de avance democrático.